Después de la preconvención que el gobierno sostuvo con el Eln en Suiza, a finales de julio, la dinámica bélica de los elenos parece estar tomando otro rumbo, pero para mal. Aun cuando los voceros del Gobierno tuvieron a bien predicar que no todo se perdió, los hechos parecen señalar otra cosa. Desde la prometida liberación de un secuestrado pasando por el ‘paro armado’ de hace una semana hasta la repetida voladura de torres, demuestran que su posición se ha endurecido y que los rastros de buena voluntad que han esgrimido se quedaron en palabras.

Para empezar, fue desconcertante la actitud de los elenos en Suiza con respecto a la liberación de los secuestrados de El Torno y el avión de Avianca que mantienen en cautiverio. Se negaron a la propuesta de los familiares de definir un precio para negociar el rescate de los plagiados y, por el contrario, aprovecharon la calentura para hacer pasar como un gesto de buena voluntad la liberación obligada de un ciudadano que por padecimientos mentales, que se traducían en depresión continua e intentos de suicidio, se les había convertido en una carga y hasta en un estorbo.

Llegado el mes de agosto, el Eln impuso su ‘paro armado’ en represalia por los ataques de Carlos Castaño a sus campamentos en la serranía de San Lucas, los que a su vez habrían torpedeado la reunión de Suiza. Era menester, para ellos, hacer una demostración de fuerza a través del miedo, desarrollando acciones terroristas a lo largo y ancho del país, que se caracterizaron por ser ataques a la población más pobre, a los conductores y pequeños propietarios de buses y camiones, y por la atomización de los asaltos: tres o cuatro subversivos que salían a las carreteras para hacer los daños y huir tan rápidamente como llegaron.

Al mismo tiempo, el Eln reanudó sus ataques sistemáticos en contra del oleoducto Caño Limón – Coveñas, obligando a la multinacional Oxy (Occidental) a suspender las operaciones de bombeo y consiguiendo que ninguna compañía petrolera quiera realizar labores de exploración en Colombia. Las inversiones pasaron de un promedio de 500 millones de dólares anuales a sólo 80 millones en este año y el futuro autoabastecimiento del país, en esa materia, está puesto en duda.

En cuanto a las torres de energía del sistema interconectado nacional, se trata de un nuevo rompimiento de promesas que el grupo subversivo había hecho en relación con la infraestructura eléctrica. Es una promesa que se rompe a voluntad cada vez que los guerrilleros quieren presionar y demostrar que mantienen, aunque debilitado, un poder que puede causar mucho daño cuando lo decidan. El sistema interconectado es vulnerable y si quisieran dejar el país a oscuras ya lo habrían hecho, con todas las implicaciones sociales, económicas y políticas que ello pueda generar.

Estos subversivos han convertido la red energética nacional en una especie de espada de Damocles que pende sobre las cabezas del Gobierno y la sociedad civil y con la cual pretenden conseguir privilegios en los acuerdos de paz. La última escalada terrorista contra las torres de energía ya no tiene nada que ver con la privatización de Isa e Isagen porque ese tema está congelado y probablemente no sea avivado en lo que resta del año, además la posición del Eln frente al tema fue suficientemente expuesta con los atentados de enero.

De otro lado, las acciones coléricas del Eln se han salido del cauce centrado que, en comparación con las Farc, habían venido transitando en el último año. Su ensañamiento con pueblos pobres y olvidados como San Rafael (Antioquia) y el asesinato de Armando Meluk, el ingeniero jefe de la central hidroeléctrica de Jaguas, demuestran que este grupo ha radicalizado su postura luego de no obtener el despeje que han estado esperando y que está muy lejos de llegar por sus escasas muestras de buena voluntad.

Ahora sus comunicados se parecen a los de las Farc, como el que emitieron cuando se conoció la muerte de seis chiquillos por parte del Ejército en Pueblo Rico (Antioquia) en supuestos combates con el Eln. Se ufanaron de no haber estado en ese sitio donde los soldados cometieron un error grave, desconociendo que la presencia del Ejército se debía al hostigamiento que hace el Eln en esa zona, olvidando que ellos cometieron un error más grave en Machuca y, a pesar de ello, hoy se les tiende la mano generosamente sin que de su parte haya una respuesta igual de noble.

Posted by Saúl Hernández

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