El problema no es que vengan soldados gringos sino que no vienen a ayudarnos a nosotros, para eso deberían mandar miles, pero que la polémica no distraiga al país de la necesidad de un consenso antiterrorista.
La noticia de que 150 soldados norteamericanos vendrán a Colombia para intentar el rescate de tres gringos secuestrados en el Caquetá por las Farc, luego de derribar su avioneta, va a causar una polémica sin precedentes en toda la región. Basta recordar el escándalo desproporcionado que se desató hace algunos años cuando marines de los Estados Unidos construyeron una escuelita en Juanchaco (Valle), lo que motivó toda clase de controversias acerca de la soberanía nacional.
Lo verdaderamente criticable de esta decisión del gobierno de Bush es que reafirma que en Colombia hay secuestrados de diferentes categorías y que estamos solos en esta lucha. Si bien Estados Unidos ha cooperado económicamente para impulsar el Plan Colombia hay que recordar que los recursos brindados se deben gastar de preferencia en insumos, pertrechos y asesores de ese país, lo cual conlleva una mezquindad enorme. Igual sucede con el oleoducto Caño Limón-Coveñas, para el cual el Senado de Estados Unidos aprobó una partida cercana a los 100 millones de dólares empleados en la dotación y entrenamiento de un batallón dedicado a su vigilancia. Ahí no interesa la gente de Arauca ni el resto de departamentos que recorre el tubo sino las pérdidas de las petroleras gringas.
No cabe duda de que habrá protestas por la «invasión» norteamericana. No puede darnos miedo al tildar de apátridas a quienes esgriman esos débiles argumentos —los de la soberanía— para rechazar la acción de los Estados Unidos; no se puede permitir la manipulación de aquellos que piden no ser satanizados o calificados de colaboradores de las guerrillas pero que siguen jugando a dos bandas, sirviendo de apoyo a los terroristas con su oposición insensata a todas las medidas gubernamentales y con sus posiciones tibias frente a los terroristas. Todos sabemos quiénes son. En cambio, el resto de los colombianos deberíamos protestar, pero por otras razones.
Protestar porque los gringos vienen por su gente pero poco ayudan a rescatar a los nuestros, protestar porque el gobierno francés trabaja para liberar a Ingrid Betancur pero a nadie más, protestar por las presiones políticas que se ejercen en pro de un intercambio humanitario que permita la liberación de los políticos secuestrados pero no de los demás, protestar porque Estados Unidos prometió la interdicción aérea pero no ha cumplido, protestar porque aún hay países que acogen a los terroristas colombianos en su territorio, protestar porque los gobiernos vecinos son amigos de las Farc, protestar porque las armas y los químicos que atizan el conflicto colombiano son producidos en el primer mundo y también porque allá compran los narcóticos y le guardan el dinero a los terroristas…
Los colombianos debemos exigir que se haga un acuerdo multipartidista contra el terrorismo como se viene gestando, incluso con la participación del Polo Democrático. Un acuerdo que le dé forma a un Estatuto férreo, sin fisuras, que se convierta en una verdadera arma de lucha contra el peor de los males que puede vivir una sociedad. Deberíamos salir todos a las calles a exigirlo con vigor para que la ingenuidad no siga matando compatriotas, para que no seamos cómplices. Aquellas personas que no creen en la pena de muerte ni en la cadena perpetua ni en otras fuertes medidas deberían meditar la confesión que hizo John Jairo Velásquez Vasquez, alias Popeye, lugarteniente de Pablo Escobar, el pasado 29 de enero, en la Sala Cuatro de audiencias de los juzgados especializados de Bogotá (ver anexo).
Un acuerdo contra el terrorismo es lo que debemos debatir los colombianos y si las tropas extranjeras son de alguna utilidad, y así lo creemos, entonces bienvenidas. Pero que vengan 150 marines no significa nada ni sirven de nada; son muy pocos para combatir a las Farc o para intentar un rescate. Que vengan más, miles si es posible, pero que vengan a ayudarle a todos los colombianos y no, apenas, a cuidar un tubo o a rescatar a algunos de los suyos.
La confesión de Popeye
Los siguientes son apartes publicados por el diario El Colombiano (febrero 23 de 2003): (…)"La señora fiscal dice que yo tengo que saber técnicas de narcotráfico, porque conviví en ese mundo, y muy crudamente le voy a responder: sólo sé cómo se mata a una persona, por muy custodiada que esté, sé como se rastrea a una persona cien por ciento, ocúltese donde se oculte, sé totalmente el negocio del secuestro y de actividades totalmente criminales excluyendo el narcotráfico. De eso sé y soy máster…"
"(…) Todo el mundo le temía al Cartel de Medellín, le temía a Pablo Escobar, pero él nunca salió de Medellín y de una caleta. Los que salíamos a ejecutar los crímenes éramos nosotros, los lugartenientes…" "(…) Pertenecí a una organización criminal que "ajustició" a los ministros de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra, e hirió de gravedad al ministro de Justicia, Enrique Parejo González, en la ciudad de Budapest…" "(…) El cartel de Medellín sostuvo una guerra abierta contra la Policía Nacional. Dicha organización ejecutó magistrados de la Corte Suprema de Justicia y numerosos jueces. De ahí nació la justicia sin rostro… "
"(…) En el ambiente en el que yo me muevo todos son criminales. Yo soy un criminal. Mis amigos son criminales. En la cárcel viven criminales. Si yo necesito un favor tengo que recurrir a criminales. Por eso conozco al señor Jorge Velásquez Camelo y él me presentó al señor Jairo Rico…" "(…) No tengo conocimiento del caso de los 14 kilos de cocaína en Amberes, Bélgica, ni de los dos kilos de heroína y ni de los cinco de cocaína encontrados en Santa Marta, ni de la muerte del español con heroína en el estómago. El señor Jorge Velásquez es confeso en estos hechos. Yo lo obligué a confesar. El sabe que conmigo no se juega, yo por plata no mato a nadie, pero por tirarse mi rehabilitación y la tranquilidad de mi familia mato al que sea…" "(…) Hace rato hubiera matado al señor Jorge Velásquez, hace rato hubiera ordenado la ejecución de los dos detectives del DAS que hicieron esta investigación, hace rato hubiera ordenado la ejecución de la señora fiscal. Pero sigo buscando una salida para mi familia, ya que mis hermanos son personas honestas y profesionales. Peligroso si soy. Lo que no soy es desalmado…"
"(…) Yo secuestré al señor Andrés Pastrana Arango en una operación única en Colombia y pocas en el mundo, cuando era aspirante a la Alcaldía de Bogotá. Lo llevé a Medellín y lo entregué al señor Pablo Escobar…" "(…) El señor Andrés Pastrana más tarde sería Presidente y ordenó agilizar esta investigación contra mí. Y se la entregó al DAS, que en la guerra con el cartel de Medellín estuvo de punta de lanza del Estado, y esto llevó a que el cartel de Medellín detonara un carro bomba con ocho toneladas de dinamita contra su sede…"
"(…) Esclarecí la muerte de Luis Carlos Galán y la del procurador Carlos Mauro Hoyos, por la cual me habían declarado inocente, y otros magnicidios…" "(…) La sociedad tiene que buscar la forma de rehabilitarme. No para ingresar a la sociedad porque es imposible que yo ingrese a ella, sino para que yo sea neutro y no haga daño…"
¿Un terrorista autoconfeso de esta naturaleza podrá rehabilitarse?