Cuando Chávez se vea a gatas para contener a la oposición revivirá viejos odios entre venezolanos y colombianos para justificarse y enfilar sus cañones hacia acá.

No cabe duda de que el escándalo por la captura de un supuesto grupo de paramilitares colombianos en Venezuela es un montaje tan malo como las mismas telenovelas venezolanas. La mentira se hace obvia desde el principio: 56 ‘paramilitares’ se dejan capturar sin resistencia de ninguna naturaleza, desprovistos de armas, explosivos, dinero, vehículos y aparatos de comunicación; es decir, como unos niños exploradores. Entrevistado por la cadena estatal de televisión, un ‘paramilitar’ encapuchado recita un parlamento mal escrito en el que asegura —con la ingenuidad de un niño— que sabe disparar porque perteneció al Ejército de Colombia. Luego, las autoridades de Venezuela afirman que los terroristas se iban a tomar esta misma semana un fuerte militar para obtener armas y dotar un contingente de varios miles de hombres para realizar ataques selectivos en todo el país y ejecutar el magnicidio contra Hugo Chávez Frías. Fin del primer capítulo.

Hay que ser muy ignorante o estar muy desesperado para inventar una comedia bufa de tan mala estofa: un comando paramilitar desarmado, sin el dinero que les sobra producto del narcotráfico, sin sus sofisticados equipos de comunicación, sin las camionetas de mafioso en que se movilizan ni los helicópteros, y con el cuento de que estos kamikazes se iban a tomar un fuerte militar con unas navajitas.

El episodio puede provocar hasta risas pero en el alto gobierno colombiano debe existir una bien fundada preocupación por los desvaríos de Chávez, un dictador cantinflesco que mañana puede amanecer con ganas de declararle la guerra a Colombia con tal de mantenerse en el poder o, simplemente, para cumplir con su utopía bolivariana y tratar de instalar otro paraíso comunista al estilo cubano pero de corte continental.

Este escándalo surge a pocos días de la verificación de firmas para darle paso al referendo revocatorio que reclaman dos terceras partes de la población venezolana, el mismo que el presidente Chávez viene torpedeando hace más de un año y que no permitirá realizar gracias a la manipulación que él mismo ha venido haciendo de la Constitución que hizo redactar a su amaño, sin las garantías que otorga el equilibrio entre poderes, pues él se invistió de la autoridad para nombrar el Tribunal Supremo de Justicia, el Fiscal General, el Contralor, el Defensor del Pueblo y el Poder Electoral, así como a jueces de otros tribunales.

No es ningún secreto que Chávez tiene una gran cercanía con las guerrillas colombianas y con todos los grupos revolucionarios del continente: los piqueteros argentinos, los cocaleros de Bolivia, los del movimiento Sin Tierra del Brasil, etc. Que es íntimo amigo de Castro —o su títere—, a quien provee de dinero y combustible, como antes lo hacía la Unión Soviética, a cambio de asistencia militar cubana —más de veinte mil hombres—, como en la Angola de los años ochenta. Tampoco se desconoce que ha buscado alianzas en África y Asia con déspotas como el mismo Hussein, y Gadafi.

Como si lo anterior fuera poco, se rumora que Chávez tenía una alianza con los presidentes Lucio Gutiérrez de Ecuador y Lula del Brasil para apoyar a la guerrilla colombiana y provocar una avanzada comunista en todo el continente. Por fortuna, estas pretensiones se fueron a pique por sus desvaríos. Ninguno de los presidentes vecinos lo secundó: Gutiérrez demostró su ánimo de colaboración con la captura de Simón Trinidad mientras que Lula fortaleció la presencia de sus tropas para contener a las guerrillas en la frontera. Por eso, ambos son vistos por muchos de sus electores como traidores de la gran causa.

Pero lo peor de todo es que Hugo Chávez nunca ha negado sus intenciones de hacer una ‘revolución bolivariana’ en todo el continente, empezando por Colombia, apoyado en las gigantescas ganancias del petróleo, cuyo manejo encomendó a Lenin Ramírez, hermano del famoso terrorista conocido como El Chacal, preso en Francia. Con el petróleo —cuyo precio sigue en alza— financia sus ‘Círculos Bolivarianos’, la avanzada cubana, el apoyo político internacional, la compra de armamento —como el pedido de los 50 aviones Mig que denunció el ex ministro Juan Manuel Santos— y el incremento proyectado de los reservistas de las FAN (Fuerzas Armadas) a 500 mil efectivos —todos chavistas— como preparando una guerra o una invasión.

Y, ante ese panorama, Colombia, asediada por los grupos violentos y con graves problemas fiscales, no sólo tiene un número de regulares insuficiente para afrontar el conflicto interno sino un aparato militar paupérrimo y muy inferior al venezolano, como lo señala un estudio de la Fundación Seguridad y Democracia (http://www.seguridadydemocracia.org/), con el que sería una catástrofe enfrentar un conflicto internacional. No se olvide que los militares argentinos desataron la Guerra de las Malvinas para exacerbar el nacionalismo de un pueblo que estaba harto de sus abusos y cada vez se hacía más conciente de los horrores cometidos por la dictadura. Es un viejo artificio. Cuando Chávez se vea a gatas para contener a la oposición emitirá un nuevo capítulo de su telenovela, reviviendo viejos odios entre venezolanos y colombianos para justificarse y enfilar sus cañones hacia acá. El peligro es latente, no es sólo un guión  de telenovela y podría ser el próximo capítulo.  

Publicado en el periódico El Mundo de Medellín, el 17 de mayo de 2004 (http://www.elmundo.com/).

Posted by Saúl Hernández

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