La expulsión de políticos cercanos a los ‘paras’ es un acto de mojigatería y afectado puritanismo.

Rocío Arias es una de las tantas víctimas de la guerrilla en Colombia. De joven le asesinaron al tío que hacía las veces de padre, y a otros parientes. También fue testigo de la ejecución de un profesor suyo, puesto de rodillas en la calle, con el fusil en la frente. Ella creció en Caucasia (Antioquia), una de tantas regiones de Colombia donde todos han sufrido por los delirios revolucionarios. Igual pasa con su compañera de luchas, Eleonora Pineda. Los recuerdos de sus vidas no saltan de las fotos del bautizo a las de Primera Comunión, quinces, grados, noviazgos y matrimonios, sino de la muerte de fulano a la de perano y a la de zutano, todas con un común denominador: la guerrilla.

Y como es natural en una sociedad hipócrita como la nuestra, a ellas les hacen el feo en todas partes. Nadie quiere comprender que para ellas y para miles de colombianos, las autodefensas fueron la única opción de vida ante los desvaríos de un campesino loco que cree que puede matar a todo el mundo para vengar los marranos y las gallinas que perdió hace 40 años a manos del Ejército. Ellas no escogieron; ante la ausencia del Estado, nadie escogió.

La diferencia es que Rocío y Eleonora han tenido los pantalones que le han faltado a otros para aceptar que tienen nexos con grupos paramilitares, que respaldan su reinserción a la vida civil y que trabajan si no para que les cuelguen medallas, por lo menos sí para no dejarlos podrir en una cárcel mientras hay quienes abogan el cielo para su contraparte. No serán el 35 por ciento del Congreso como baladroneó Salvatore Mancuso, pero sí son varios y ninguno de ellos ha sido capaz de dejar en claro que las Autodefensas constituyen una fuerza política con representación popular y predominio en algunas regiones sin que medie la exhortación del fusil; el odio que las propias guerrillas se han granjeado basta.

La expulsión de las listas uribistas de candidatos supuestamente vinculados a los grupos paramilitares —y ahora de Rocío y Eleonora— es un acto de mojigatería y afectado puritanismo, pero lo peor de todo es que se debió a exigencias del gobierno norteamericano que con la cancelación de la visa se vuelve el coco de enanos mentales por los que no debería votar nadie. A lo mejor ninguno de los primeros expulsados (Jorge Castro, Dieb Maloof, Jorge Caballero, Luís Eduardo Vives, y Habib Merheg) ha sido víctima de la guerrilla, de sus habituales actos de extorsión, terrorismo, secuestro y asesinato. De pronto, no hacen parte del proyecto contrarrevolucionario sino del proyecto mafioso y, a lo mejor, son parte de ese pedazo que se pudrió de la manzana, pero en el momento actual es tremendamente peligroso para el país cerrarle los espacios de expresión política a eso que se ha dado en llamar ‘fuerzas oscuras’, como también debemos aceptar que la expresión de la Izquierda no tiene todo el oxígeno que sería deseable. Si los candidatos vetados son en realidad miembros o representantes del paramilitarismo conviene más saber dónde están y tenerlos como interlocutores entre la Nación entera —Sociedad y Estado— para que contribuyan al desmonte real de sus aparatos militares, a la reparación, a la justicia, y a la convivencia pacífica.

No puede ni debe proscribirse la actividad política ni para amigos de los paramilitares ni para amigos de la guerrilla —que también los hay—, y ni siquiera para combatientes de uno u otro bando que se acojan a la civilidad. Ellos sólo deberían ser proscritos —como lo fue Batasuna en España— si hacen apología de la violencia y el terrorismo, o por la comisión de delitos contra el sufragio; de resto su actividad política no puede limitarse a menos que medien acciones legales que los vinculen directamente con actividades criminales.

Es tanta la hipocresía que todas las listas al Congreso, sin excepción, están plagadas de políticos cuestionados, de esos que los ciudadanos no quisiéramos volver a saber: corruptos, clientelistas, promeseros, incumplidos y mediocres, pero esos no son desahuciados. Será porque al expulsarlos de las listas, no quedaría lista alguna.  ·

Posted by Saúl Hernández

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