Podría preguntarse en qué se asimilan o en qué se diferencian personajes como Salvador Dalí y Pablo Picasso o Fidel Castro y Augusto Pinochet o Borges y Sartre. Se asimilan en la realización de actividades afines o iguales, y se diferencian en que cada uno de ellos ha tenido distintas formas de reconocimiento mundial. ¿Pero qué razón habrá para que a unos se les pondere y a otros se les condene? ¿Por qué un hombre de la genialidad artística de Dalí, ha sido minimizado ante Picasso por el mundo del arte y por la opinión en general? Indudablemente el Dalí hombre fue un patán, obsesionado con escandalizar y llenarse de dólares, pero tal obsesión no le quita el mérito al Dalí artista, de ser uno de los más grandes de la pintura universal. Incluso, fue un gran escritor, a pesar de su mitomanía. En todo caso muy superior a Picasso y a muchos otros que la intelectualidad del arte ha mitificado.
¿Cual es el motivo para que a Borges jamás se le hubiera concedido el premio Nobel de Literatura? Hoy se continúa especulando sobre la causa, que muy seguramente no fue por falta de méritos, sino más bien por su amistad y apoyo a Pinochet, un tirano de la derecha. Pero ¿por qué a Sartre se le concedió tal premio, no obstante haber alabado insistentemente al señor Stalin, uno de los peores criminales de la historia? Incluso, con posterioridad a toda la lora que dio Sartre, éste confesó que había mentido al decir y escribir cosas positivas sobre el régimen de terror stalinista. Pero ya tenía el premio Nobel, así no lo hubiera querido recibir.
Muchos medios de comunicación y un gran sector de la intelectualidad han cerrado los ojos ante la barbarie de la izquierda, cuando no les ha dado por manipular los hechos.
Por el contrario, han sido muy rigurosos -como debe ser en todos los casos- ante la barbarie de la derecha. Lo curioso es que los gobernantes internacionales de hoy caigan en tan vergonzoso juego. Llama la atención el servilismo de los distintos países frente al caso de Fidel Castro. Comunicados permanentes por la pronta recuperación del gobernante que ha fusilado a miles de disidentes, que ha encarcelado a cientos de personajes que piensan distinto; que se encargó de armar a cuanto grupo criminal habitaba por nuestro país (si alguien aún duda de eso, debería leer la confesión que hizo León Valencia en el suplemento del sábado 12 de agosto en El Tiempo, página 5). Muy seguramente la actitud frente a la torpe política de Estados Unidos le haya generado cierta solidaridad. Pero eso de perdonarle u olvidar sus delitos tan rápido genera preocupación. Nuevamente la comunidad internacional muestra su doble moral. Pero ni qué decir de lo que escribe o, mejor, copia, Ignacio Ramonet, en «Fidel Castro biografía a dos voces», donde el líder cubano es mostrado como uno de los hombres más dignos de la historia, un ser excepcional, un personaje a imitar. Quizá Ramonet ignora que su personaje es un dictador estilo Videla, por ejemplo. Y cabe hacer una pregunta: ¿Qué tal que a un «intelectual», tan incauto como Ramonet, se le ocurriera describir semejantes atributos de un Pinochet, por ejemplo? Ramonet olvidó preguntarle a Castro por el fusilamiento de tres personas en el 2003 y el encarcelamiento a líderes opositores. O por la detención del señor Víctor Arroyo, quien en su calidad de bibliotecólogo cometió el delito de prestar libros sin autorización del régimen (Suplemento Generación de El Colombiano, agosto 13, página 9). Y otra pregunta: ¿Qué tal que a un gobernante de cualquier país o a decenas o a cientos de ellos, se les ocurriera enviar comunicados al gobierno chileno, pidiendo por la pronta recuperación de la salud de Pinochet?
Salvador Dalí nunca ocultó su amistad con el tirano de Francisco Franco y su enemistad con Picasso. Memorable el discurso en el teatro madrileño María Guerrero, cuando el artista catalán, en comparación burlesca con el artista mimado de la intelectualidad, y después de expresar una cantidad de frases como «Picasso es español; yo también»; «Picasso es un genio; yo también», concluyó diciendo: «Picasso es comunista; yo tampoco». Si Dalí hubiera sido republicano o «rojo» como Picasso, quizá hoy se encontraría a su mismo nivel de reconocimiento e importancia. Dalí fue monárquico, pero más que ello fue un cínico, que como tal, debía sentir repugnancia por el déspota de Franco. Lo que no calculó fue que esa vergonzosa amistad lo dejaría siempre por debajo de su compatriota.
Aquí están algunos ejemplos de lo que logra la manipulación. Se sataniza a unos y endiosa a otros, dependiendo de las posturas ideológicas que asumen. Lo imperdonable es que en pleno siglo XXI se siga creyendo el mismo cuento. Indudablemente Castro es uno de los hombres más importantes de la historia política moderna, pero no por sus logros positivos. Unos entran a ser parte de la historia por su contribución al desarrollo de la humanidad, otros, como él, por los daños que le causan.
Finalmente la historia sigue siendo benévola con los tiranos y los áulicos de un lado y severo con los del otro.