Juan David Escobar Valencia – El Colombiano
«Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar».
Marquesa de Sévigné
Confieso que nunca había sido tan difícil escribir una columna como en esta ocasión, después de los eventos suscitados por las declaraciones del Presidente la semana anterior tras el atentado en la Escuela Superior de Guerra. Pero no por las declaraciones mismas ni por lo que puedan significar o provocar, sino por las opiniones y columnas de los que uno cree que son expertos en hacerlo y de los que uno debería aprender.
Para quien escribe por primera vez en su vida, sin saber todavía muy bien por qué, resulta desconsolador oír a «importantes» directores de medios y encopetados columnistas de los principales diarios de la capital aseverando cosas sobre las que poco saben, a partir de lo que creen que «pudo» haber sucedido, sin estar seguros de nada, demostrando una ignorancia y ligereza aterradoras que deberían dar cárcel, por la responsabilidad de formar opinión pública, destilando un veneno que sólo puede ser el lixiviado de un cerebro putrefacto y mal intencionado, poniendo en duda la integridad del presidente que elegimos en contra de sus deseos y la de los miembros de las Fuerzas Armadas, que con errores incuestionables que no pueden ignorarse, ponen el pecho para que sus costosos vestidos de paño inglés no vayan a mancharse con su sangre.
Asquean las lágrimas de cocodrilo, o mejor, babas de caracol, que el director de una cadena radial quería hacernos creer que salían de alguno de los orificios de su cara cuando, en compañía de un dañino ex presidente que se niega a viajar a las profundidades que le esperan, intentaba hacer ver las decisiones del Presidente como el acto de un ser irracional que está empeñado en asesinar a los pobres compatriotas que están privados de la libertad por los verdaderos enemigos de Colombia.
Asquea la falta de dignidad el salir a provocar las verdaderas lágrimas de los reales afectados, cual sepultureros disfrazados de médicos, mostrándose como adalides y compañeros de causas que realmente sólo les interesan para subir su rating.
Asquea la forma en que se dicen las cosas y se presentan los hechos, así sean pocos, provisionales y más parecidos a indicios, para forzar conclusiones que lo que intentan es hacer ver sus puntos de vista como verdades reveladas y satisfacer el apetito de bestias que se alimentan exclusivamente de carroña, que en caso de no encontrarlos en esa condición, describen los acontecimientos de forma que parecieran que todo estuviera podrido. ¿Hacer ver el país en ruinas, errático, dirigido por un fanático y corrompido no será acaso la forma en que sus propias vergüenzas no se pongan en evidencia al desaparecer por completo un punto de comparación que las contraste?
Nadie decente puede siquiera insinuar que los medios no tengan entre sus obligaciones poner a la luz pública los errores y fallos, pero la intencionalidad de esta responsabilidad no puede ser la de trofeos de caza sin medir los efectos que tiene. Cuando un niño cae en una mina antipersonal o un grupo de soldados son emboscados y asesinados no es el error de «ustedes» los militares, es Colombia la que pierde. Cuando algo no sale bien no es simplemente una falla del gobierno, es Colombia la que pierde. Cuando una generosa propuesta de cese de hostilidades y conversaciones fracasa por las malditas ambiciones de los verdaderos enemigos de Colombia, algunos medios de comunicación no han comprendido que somos quienes nos quedamos en el país los que perdemos y no el presidente de turno que seguramente terminará viviendo en otro cuando termine su período. ¿Se nos olvida o nos negamos a aceptar que el Estado somos todos?
¿Será que ser «exitoso», mas no «valioso», en los medios y en la prensa de Colombia es tarea de sujetos comedores y productores de estiércol que desean que todo se convierta en estiércol para garantizar su fuente de alimentación y que los demás tengan el cerebro lleno de lo mismo para que no puedan degustar nada diferente? Porque si es así, le pido a Dios me convierta en el peor columnista del mundo.