Una economía con una tasa de renta más competitiva genera empleo.
Los ‘iniciados’ en economía –esa ciencia oculta– llevan años reclamando una reforma ‘estructural’ que acabe con esa colcha de retazos en que se convirtió un estatuto tributario complejo, lleno de exenciones inequitativas, que prohíja la informalidad y desanima la inversión extranjera y aun la local. Pero ahora que se plantea una reforma de esas características se dice que es ‘regresiva’, que va en contra de la clase media y de los pobres y que es un Robin Hood al revés.
Es de una demagogia siniestra que por un lado se alabe a la Constitución quinceañera que promete ríos de leche y miel y, por el otro, se niegue de plano la necesidad real de sacar esa leche de las ubres de todos y no del sombrero del mago. Creer que solo un millón de personas naturales o jurídicas que pagan renta pueden solventar las necesidades de un país de 42 millones de habitantes es una necedad. Se les olvida a esos necios que la globalización del mercado de capitales lleva los dolaritos adonde haya mejores condiciones de inversión y nuestra tasa de renta de 38,5 por ciento espanta a cualquiera.
Hay algunos que se creen muy inteligentes por señalar el agua tibia: la reforma baja la tasa a 33 por ciento y luego a 32; y, como es lógico, lo que el Estado deja de percibir por ese concepto tiene que recuperarlo por otro lado si quiere mantener en neutro el recaudo. Es obvio que eso tiene que hacerse por medio del IVA porque no hay otra vía que lo permita. Y, claro, suena subversivo ponerles IVA a la papa, a la yuca, a la panela, cuando hay tanto pobre que desayuna aguadepanela, almuerza caldo de yuca y cena caldito de papa. Pero se nos olvida que los opíparos banquetes de los ‘ricos’ –con la cantidad de comida que botan– no tienen IVA y que son ellos los verdaderos beneficiarios. Ya alguien debe de estar diciendo que los tres pavos que se van a la basura no le hacen mella a un rico mientras que una familia pobre se alimenta tres días con la sustancia de un hueso. Sí, es cierto, pero este argumento paternalista permite que las cosas sigan igual.
Lo que debemos entender es que una economía con una tasa de renta más competitiva genera empleo para los pobres. China tiene un impuesto de renta del 15 por ciento al quinto año de utilidades, empezando con dos años de gracia. El empleo que se genera allí es producto de la inversión extranjera y así han logrado combatir la pobreza. En Irlanda es del 12,5 y en países vecinos es inferior al 30. En Colombia seguiría muy alto, pero, a partir del primero de enero del 2007, se cobrará solo 15 por ciento en las zonas francas (ZEE), lo que debe ser de positivo impacto para la competitividad.
Sin embargo, no cabe duda de que el Gobierno debe pulir muchas cosas para que la reforma no se vea tan recargada en contra de los pobres. El mecanismo de devolución del IVA es inverosímil, los servicios de estratos 1 y 2 no deben ser gravados con IVA, la educación de los ricos no tiene por qué estar exenta y tampoco algunos procedimientos médicos. Pero, ante todo, el Gobierno debe hacer un gran esfuerzo en la lucha contra la corrupción para que el ciudadano no sienta el oprobio de estarle echando plata a un bolsillo roto.
El Tiempo, 11 de Julio de 2006