A dos meses para la elección de alcaldes, gobernadores, concejales y diputados, la campaña por la Alcaldía de Medellín —probablemente el tercer cargo más importante del país— es deprimente. Ninguno de los candidatos ha superado el ámbito de los lugares comunes y la demagogia; y los ‘debates’ organizados hasta el momento han sido desastrosos, de una enorme pobreza conceptual y argumental, con el agravante de que han sido desatendidos por dos de los principales candidatos.

En esto no hay disculpa. Si el presidente Uribe decidió abstenerse de debatir en público con sus oponentes en la campaña de reelección sólo se debió al clima de intemperancia verbal existente en el momento, del cual era víctima. Ya había sobrevivido a una campaña en la que recibió toda clase de insultos y era previsible que no se iba a exponer a más debates agraviosos en los que, al margen de ese enojoso asunto, le habría dado sopa y seco a cualquiera.

Acaso Pérez y Naranjo estén pensando en lo mismo: en la posibilidad de que sus administraciones pasadas sean puestas en tela de juicio y se recuerden episodios polémicos, pero son casos diferentes no sólo porque su negativa al debate les quita votos (ellos no son Uribe) sino porque tienen realizaciones para mostrar, conocimiento y visiones de ciudad más o menos interesantes. Además, sus contrincantes son de poco peso e inexpertos. No cabe duda de que sus ausencias son un desacierto y un irrespeto.

Pero, al margen de eso, ¿alguien sabe qué proponen los candidatos? Sergio Naranjo apela a un populismo torpe para prometer 100 mil empleos anuales. Luis Pérez quiere repetir el error de los computadores pero esta vez regalándolos, y ofrece vías de segundo piso a precio de huevo, 12 mil millones por kilómetro, cuando aquí se han hecho puentes de 200 metros por cifras similares y hasta superiores -el puente del Éxito de Envigado valió casi 30 mil-, lo que evidencia un desfase en las cifras. Gabriel Jaime Rico tiene una visión de vocación de negocios en salud para Medellín y un larguísimo programa de gobierno que deja la impresión de que el que mucho abarca poco aprieta. Además, nadie se va a tomar el trabajo de leer ese mamotreto. Carlos Ignacio Cuervo saltó a la palestra por la deslealtad del Partido de la U al retirarle su aval y alinearse con sectores antiuribistas, lo que demuestra el oportunismo de esa formación. Y Alonso Salazar habla de hacer unos puentes sobre el río porque le preocupan las fuertes críticas a la débil gestión que en materia de movilidad ha tenido su jefe, y promete continuar la obra de Fajardo y hacerse acreedor al Premio Argos, con el que se distingue al que más eche cemento por todas partes en obras innecesarias, inconsultas, improvisadas, injustificadas y sobreestimadas, como sucede en la administración que termina.

Y a propósito de Salazar, como en política no sólo hay que ser honesto sino parecerlo, no basta con que el alcalde Fajardo se mantenga repitiendo a diario que él es transparente y los demás no, que los otros hacen «política de cañería». Si algo le consta, su obligación es denunciar ante las autoridades judiciales y los entes de control y no quedarse en ese discurso infantil que señala honras y deshonras ‘ad hóminem’.

Fajardo considera que el negocio de Orbitel fue decoroso por ser ejecutado por sus níveas manos y las de su escudero Gaviria. Pero si se miran con atención las denuncias del Presidente del Concejo, Mauricio Tobón Franco, es evidente que si ese negocio lo hubiera hecho otro (¿Pérez, Naranjo?), el escándalo sería de proporciones mayúsculas. Igual, si fuera otra la campaña a la que hubieran llegado tres secretarios de la administración que hasta hace unas horas estaban ejecutando contratos.

Es evidente que los únicos opcionados a la Alcaldía son Pérez, Naranjo y Salazar. A los tres les compete la responsabilidad de señalar en términos concretos sus propuestas fundamentales, los objetivos y metas que pretenden alcanzar y mediante qué estrategias desean hacerlo. Y por cierto que, como muchos somos los ciudadanos que no creemos que la administración que termina sea imponderable, cabría muy bien expresar en qué van a diferenciarse de ésta porque mientras Naranjo y Salazar crean que declararse continuistas les va a reportar votos las encuestas dicen lo contrario. Por ahora, ante tan deslucidas campañas, que entre el diablo y escoja.  ·

Publicado en el periódico El Mundo, de Medellín, el 20 de agosto de 2007

Posted by Saúl Hernández

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