Habría que ser muy ingenuo para creer en la sinceridad de la nueva postura de Hugo Chávez hacia las Farc. Por supuesto que para la guerrilla es como un baldado de agua fría que su principal soporte salga a decir ante todo el mundo que el momento de los grupos subversivos ya pasó y les solicite liberar a los secuestrados que, valga recordarlo, no son sólo Ingrid Betancourt, otros tres políticos y una veintena de policías y militares sino alrededor de 700 personas, incluyendo ancianos y niños.

Una cosa es lo que Chávez, obligado por las circunstancias, diga para la galería y otra, muy distinta, es lo que le dice a los delegados de la guerrilla que tienen contacto con el alto gobierno venezolano y hasta oficinas en el Fuerte Tiuna, la mayor guarnición militar de Venezuela, como se desprende de informaciones contenidas en los computadores de ‘Reyes’.

Las Farc se refugian en territorio venezolano y se equipan con armamento y pertrechos suministrados por el gobierno de Chávez. Apenas la semana anterior fue capturado Manuel Agudo Escalona, sargento de la Guardia Nacional de Venezuela, con un cargamento de 40 mil cartuchos de fusil para las Farc. De acuerdo con los computadores de ‘Raúl Reyes’ -todavía invictos en sus revelaciones-, el Gobierno de Venezuela ha estado armando a las Farc con misiles tierra-aire y fusiles AK-47.

De hecho, no se puede pasar por alto que Chávez ha realizado compras por 4 mil millones de dólares en armamento en el periodo 2005-2007, convirtiendo a Venezuela, el año pasado, en el noveno comprador de armas en el mundo. Para la región, ese nuevo arsenal es desproporcionado: medio centenar de aviones Sukhoi (el mejor avión de combate del mundo), medio centenar de helicópteros de combate, nueve submarinos, 100 mil fusiles de asalto Kalashnikov y la instalación de una fábrica de estos fusiles en Venezuela, entre otras cosas. No sobra insistir en que estos fusiles son de munición obsoleta, calibre 7.62 -igual a la que usan las Farc- en lugar de los cartuchos 5.56 que emplean casi todos los ejércitos del mundo. Y cabe preguntarse, si el pie de fuerza venezolano es de apenas 65 mil hombres, ¿para qué necesitan 100 mil fusiles nuevos y una fábrica, y a dónde van a ir a parar los fusiles viejos?

Chávez ya ha dado demasiados pasos a favor de las Farc como para que una simple declaración suya nos convenza de que está dando un paso al costado y terminando su devaneo con los subversivos. No hay tal alejamiento, todo no es más que una estratagema para simular cordura -cosa que jamás ha tenido- y guardar las apariencias, y el hecho de que en pocos días haya sido secundado por su par ecuatoriano Rafael Correa, quien también pidió a las Farc soltar a los secuestrados y dejar las armas, es la mejor prueba de que los computadores de ‘Raúl Reyes’ están causando estragos principalmente entre los ‘ateos’ que dicen no creer en ellos.

La verdad es que como ambos mandatarios han hecho mucho por cultivar desconfianzas en su contra -negándose a llamar terroristas a quienes practican el terrorismo, lamentando la muerte de ‘Reyes’ o pidiendo estatus de beligerancia para estos delincuentes-, la prensa de todo el mundo no ha vacilado en tomar las revelaciones de los computadores como si fueran palabra de Dios, cosa que a Chávez y Correa no les conviene. Es así que, mientras el apoyo interno de Correa se ha empezado a resquebrajar, Chávez tiene en vilo el triunfo de su partido en las elecciones de noviembre. Una reciente encuesta señala que el 73 por ciento de los venezolanos no están de acuerdo con otorgarle estatus de beligerancia a las Farc, y la popularidad de Chávez apenas alcanza el 37 por ciento.

Eso sí, para el coronel golpista es una verdadera suerte -o un milagro- la crisis por los precios del petróleo, el único obstáculo para que los EE.UU. incluyan a Venezuela en la lista de países que auspician el terrorismo porque Washington teme que eso provoque una disparada descomunal de los precios. De lo contrario, la suerte de Hugo Chávez estaría echada. ·

Publicado en el periódico El Mundo, el 16 de junio de 2008

Posted by Saúl Hernández

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