Hugo Chávez Frías, ese lóbrego personaje que gobierna a Venezuela como una finca, sacó del closet el tema de sus relaciones íntimas con las guerrillas colombianas, lo cual era un secreto a voces que muchos se negaban a creer, y poco falta ya para que desnude el más caro de los anhelos que alberga en su chiflada imaginación de dictador tropical: ‘anexar’ a Colombia a su petroimperio socialista. Por eso, no es exagerado decir que soplan vientos de guerra y de grandes dificultades económicas para nuestro país; no es hora de enterrar la cabeza sino de abrir bien los ojos. Los romanos decían: “Si quieres paz, prepárate para la guerra”.
La devolución de rehenes, al estilo ‘prepago’, tiene mucho sentido para las dos partes involucradas, necesitadas ambas de apoyo en momentos muy críticos tanto para Chávez como para las Farc. El coronel luce como un líder regional de gran calado y, alimentando la tensión entre países, distrae la atención de la opinión venezolana que cada vez está más inconforme. Para la guerrilla, en tanto, el salvavidas de Chávez era la única alternativa.
Las Farc, ya vencidas políticamente, están al borde de la derrota militar. De manera inevitable, están abocadas a resistir en lo más profundo de la selva -en condiciones desmoralizantes para sus combatientes-, los casi tres años de gobierno que, cuando menos, le quedan al gobierno del presidente Uribe. Eso sin contar con que los buenos resultados de la llamada Seguridad Democrática la convierten en pilar fundamental del programa de gobierno de cualquiera que pretenda suceder al actual gobernante. Así que un supuesto escenario similar al de los diálogos del Caguán, que oxigene y fortalezca a las Farc, es ya verdaderamente improbable. Pero, además, las Farc creyeron que en la selva serían inexpugnables y que el enemigo no osaría combatirlos ahí. Esa tremenda equivocación ha provocado ya el quiebre del conflicto por cuanto el Ejército no sólo los está combatiendo en la selva sino que les está propinando golpes contundentes, dando de baja jefes de importancia y provocando la deserción de las bases a quienes están remplazando con niños preadolescentes, muchos de ellos de extracción indígena.
Por su parte, Chávez es otro derrotado. Perdió el referendo de diciembre no sólo porque el pueblo votó en su contra abrumadoramente sino porque los mismos militares le impidieron hacer un fraude en esos comicios como probablemente lo ha hecho en los otros. Está claro que la oposición en Venezuela no sólo ha crecido y se ha fortalecido sino que chavistas puros han dado un paso al costado, como Raúl Isaías Baduel, ex Ministro de Defensa y uno de los cuatro militares que hicieron -con Chávez- el juramento bolivariano bajo el Samán de Güere, en diciembre de 1982, y Luis Miquelena, prácticamente quien llevó a Chávez al poder, hoy arrepentido.
Entretanto, la situación interna de Venezuela es caótica. Por un lado está el desabastecimiento de productos básicos de la canasta familiar –donde es bastante simbólico que no se consiga papel higiénico-, y por otro los crecientes índices de violencia y los altos niveles de pobreza que no se compadecen con el costo de 100 dólares del barril de crudo. La gente le reclama ocuparse de sus propios pobres y de sus secuestrados.
El coronel golpista ha hecho todo lo humanamente posible para destruir a la sociedad venezolana, dividiéndola en polos irreconciliables, censurando a la prensa, humillando y amenazando a la oposición, aboliendo la independencia de poderes y plegándolos bajo su mando, destruyendo el aparato productivo, alienando la educación de los niños, creando una burocracia corrupta -una nueva burguesía- que maneja privilegios a su antojo como en la ‘mejor’ época de la Unión Soviética, prostituyendo las Fuerzas Armadas y corrompiendo a todo el país al convertir a Venezuela en el paraíso cocalero de las Farc.
Es decir, Hugo Chávez es, además de una vergüenza para su país, un peligro para la región y para el mundo, y con su comportamiento inestable deja serias dudas acerca de su salud mental como alega un sector de la oposición. Como quien dice, se juntaron el hambre y la necesidad. ·
Publicado en el periódico El Mundo, el 21 de enero de 2008
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