mabastenierDebe andar muy acongojado por estos días el periodista español Miguel Ángel Bastenier, pues mientras Álvaro Uribe —a quien considera un dictador— mantiene un 75% de aceptación de su mandato y un 63% de los colombianos desea reelegirlo, a su muy admirado presidente Zapatero le piden en coro la renuncia en todas sus apariciones públicas.

Dice Bastenier en artículo reciente (El País, 12-10-2009), que los desaguisados del Gobierno de Uribe harían sonrojar a un dictador, pero él mismo ha sido un juicioso defensor de quien lo es verdaderamente como Hugo Chávez. Y sorprende que siendo un ciudadano nacionalizado en Colombia desde 2002 —por consideración especial del “dictador” Uribe—, esté tan mal informado a pesar de ser un visitante asiduo del país y tener tan dilectos amigos como el Vicepresidente ‘Pachito’ Santos.

En el maquiavélico escrito —que sin duda concibió con sombrías intenciones—, Bastenier intenta proyectar una imagen distorsionada, como espejo de feria, de lo que él califica como el “museo de los horrores”, una colección siniestra de verdades a medias y de mentiras completas que harían sonrojar al analista más perverso. Veamos algunos tópicos.

El español hace referencia al “más de medio centenar de diputados uribistas procesados o en la cárcel, la mayoría por conexiones con los paramilitares”, pero no aclara que los supuestos delitos tuvieron lugar antes de 2002, durante otras administraciones, época en la que el ‘uribismo’ ni siquiera existía y cuando la mayoría de esos políticos militaban en el Partido Liberal, hoy en la oposición.

Bastenier también se refiere al “espionaje telefónico del DAS”, pero omite explicar la razón por la que se iniciaron ciertas investigaciones (relaciones de magistrados de la Corte Suprema de Justicia con narcotraficantes como Giorgio Sale) y el hecho de que el problema de las ‘chuzadas’ no es sólo nuestro ni hay certeza de que sólo sea el Estado quien las practique. O si no, ¿quién chuzó el correo electrónico de Tomás Uribe y le entregó copias al periodista Coronell para escribir una de sus columnas en Semana (12-09-2009)? ¿Hay chuzadas admisibles (a miembros del Gobierno) y chuzadas inadmisibles (a la oposición)? ¿Está bien que Hugo Chávez escuche las conversaciones que el embajador de Colombia en Caracas sostiene con Bogotá?

Debería saber Bastenier que este tipo de denuncias están a la orden del día en EE.UU., Argentina, Portugal (en plena campaña) y España, donde el Partido Popular acusa al Gobierno de escuchar sus comunicaciones.

También habla Bastenier de “compra de votos a la vista del público para cambiar la Constitución”, pero no aclara que esa es una denuncia de la oposición basada en la manera histórica de hacer política en Colombia (y en todo el mundo): yo lo apoyo, usted me apoya. Por eso, para justipreciar las denuncias por “adjudicación de notarías a cambio de apoyo parlamentario”, habría que precisar, por ejemplo, que los tres mandatarios que antecedieron a Uribe se inventaron más de 100 notarías cada uno y este aún no lleva 40 en dos periodos de gobierno. Notable diferencia.

Bastenier incurre en una falsedad cuando dice que “el Ejecutivo estudia la reforma del censo para que la cifra de siete millones y pico de votantes, mínimo exigible para que valga la consulta y que son la cuarta parte del electorado, quede en poco más de cuatro millones, con lo que a Uribe le bastarían dos para ser candidato”. Ni el Gobierno está en ese trámite ni las cuentas son como las presenta.

También se refiere, de manera infame, a “los dos mil y pico (de) falsos positivos —eufemismo por asesinato— de otros tantos campesinos perpetrados por el Ejército para hacerlos pasar por guerrilleros”. El Cinep (entidad de izquierda lejana al Gobierno) acaba de establecer que entre 2001 y 2009 hubo 940 víctimas de falsos positivos, y reconoce que gracias a las medidas tomadas por el Gobierno para controlar estos abusos este año sólo se han presentado dos casos con cuatro víctimas [ver gráfico]. Por cierto, no sobra decir que los crímenes que se cometen en un país no son automáticamente atribuibles a sus autoridades.

Concluye este protervo personaje con el cuento de que la opinión pública en Colombia “se reduce a poco más de un tercio de 44 o 45 millones de habitantes, que son los que votan, los que tienen voz, y a los que el presidente tiene convencidos, seducidos, o simplemente, favorecidos por su mandato”. Debería saber que en Colombia no hay voto obligatorio, y que de las 29 millones de personas aptas para votar suele hacerlo un poco más de la mitad. Lo que sí es cierto es que, de esta mitad, la mayoría está convencida de recibir favores de Uribe: el favor de vivir en un país mejor. ·

Publicado en el periódico El Mundo, el 19 de octubre de 2009

Fuentes documentales:

Posted by Saúl Hernández