Primer acto. David Murcia Guzmán, taumaturgo de profesión, saca otro as de su lengua para revolverse de emoción viendo cómo el país se despeluca cada que lanza un globo. Le dice a unos periodistas, sin querer queriendo, que aportó 5.000 millones para la campaña de recolección de firmas del referendo reeleccionista, representados en gorras, camisetas y transporte terrestre y aéreo de los documentos. La cifra es tan abultada que la patraña salta a la vista, pero muy oportuna para crear turbulencias por la confusa financiación que voló el tope permitido. No hubo gorras ni camisetas de DMG, pero al Congreso fue citado a ver si mencionaba compra de firmas o sacaba alguna prueba del sombrero del mago. Mala intención de quien miente, y mala de quien cree.

Segundo acto. La abogada de Diego Murillo Bejarano, alias ‘don Berna’, informa gratuitamente que su cliente mencionó haber aportado dineros para la financiación de la primera campaña ‘Uribe Presidente’, en 2002. Pero la realidad muestra que sus billetes, si acaso los hubo, y sus fusiles poco o nada aportaron a la victoria de Uribe, el candidato que supuestamente les convenía.

Cualquiera puede comprobar, en la página web de la Registraduría Nacional (www.registraduria.gov.co), que en la Costa Atlántica, la región de mayor dominio paramilitar, Horacio Serpa ganó sobradamente en casi todos los departamentos: ganó en Córdoba, Sucre, Atlántico, Bolívar, Cesar y Guajira. Uribe apenas ganó en Magdalena, y sólo por 7.000 votos de diferencia. En esos siete departamentos, Serpa obtuvo 1.013.000 votos contra 710.000 de Uribe, más de 300.000 votos de ventaja donde dominaban ‘don Berna’ y sus compinches.

En el departamento de Magdalena, el que Uribe ganó, el potencial de votación era de 614.259 votos y el total sufragado fue de 248.182. Es decir, hubo una abstención de más del 60 por ciento que es normal en Colombia. No hubo una votación exagerada a favor de Uribe ni un menoscabo notorio en contra de Serpa. La platica que ‘don Berna’ aportó en sueños, se perdió.

Tercer acto. Otro paramilitar, Salvatore Mancuso, en un desesperado intento por hacer ver sus actividades como una política de Estado, ha revelado que construyeron hornos para incinerar a las víctimas con el fin de que no se incrementaran los índices de homicidios en el departamento de Norte de Santander. A lo mejor lo de los hornos es cierto, pero el argumento es irrisorio. Las fosas de las víctimas de los ‘paras’ no son fáciles de encontrar, como tampoco los cientos de cadáveres que se dice que botaron en los ríos, a menudo desmembrados. O los que les daban de comer a los caimanes, según se rumora también.

Para hacer desaparecer a las víctimas no era necesario incinerarlas y mucho menos construir hornos como viene a indicar este fanfarrón, tratando de hacernos creer que las autodefensas tenían algún cuidado con las estadísticas, como si se tratara de juiciosos burócratas y no de simples criminales que hasta se mataban entre ellos mismos por el negocio de la coca.

Cuarto acto. Que las chuzadas del DAS se hicieron por orden del Presidente Uribe ha dicho el senador Petro. Supongamos que es cierto e incurramos en apreciaciones políticamente incorrectas. ¿Al Juez –en este caso la Corte Suprema de Justicia– quién lo ronda? Si acaso es cierto que un magistrado suele alardear diciendo que tiene al Presidente agarrado de las pelotas, ¿no se le puede investigar? Si la Corte Suprema frecuenta personas de dudosa reputación como un tal Sale y un tal Reyes, ¿no se le puede investigar? Si la CSJ se niega a procesar a los involucrados con la farc-política, a pesar de los graves y numerosos indicios, ¿no se le puede investigar? Y como ningún juez se va a echar la soga al cuello autorizando chuzadas y seguimientos al máximo tribunal, ¿no se le puede investigar? Igual argumento para los demás ‘chuzados’, recordemos que el que nada debe, nada teme.

Entremés: el Consejo de Estado quiere convertir a los soldados regulares en boy scouts, monaguillos y coros infantiles. ¿Qué se están fumando estos señores?

Publicado en el periódico El Mundo, el 5 de mayo de 2009.

Posted by Saúl Hernández

Deja un comentario