Tiene razón el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, al expresar que los costos de los servicios financieros en Colombia están por las nubes. En el banco más importante del país, la cuota de manejo de la tarjeta débito –cuya tenencia es obligatoria– es de 8.000 pesos mensuales (hasta el año anterior y lo más probable es que tenga su reajuste). De esa manera, si alguien consigna 100 mil pesos en una cuenta de ahorros, que como su nombre lo indica es para ahorrar, al cabo de un año la mera cuota de manejo de la tarjeta se habrá comido 96 mil pesos por nada, se habrá tragado ese pequeño capital.
Claro que eso no sería problema si fuera lo único que le cobraran al cuentahabiente, pero es tan solo el comienzo. El listado de servicios financieros es largo, y cada uno de ellos es muy costoso. Bien sea que se considere el costo de una consignación nacional, una chequera, un retiro por cajero electrónico, una consulta de saldo, una transacción por internet y hasta una carta de referencia bancaria, el factor común que salta a la vista es el monto abusivo que se cobra al cliente. Ese es el verdadero motivo por el que más del 50 por ciento de los colombianos están por fuera del sistema bancario, a pesar de que el gremio le suele achacar la culpa al 4 x mil o a la pobreza de los colombianos. Y es también el motivo por el que los bancos son vistos con recelo por mucha gente, pues la experiencia que la mayoría tiene de ellos no es grata.
La hipótesis de los bancos, acerca de la baja bancarización por causa del 4 x mil, es absurda. En primer lugar, ese impuesto sólo se les cobra a quienes tienen cuentas con movimientos superiores a 8.594.000 pesos mensuales (en 2010), y esa es una cifra que no mueve ni siquiera la clase media. En segundo lugar, aún si no existiera esa condición, es un impuesto muy bajo que no alcanza a impactar los ahorros de una persona del común. Para que a un cuentahabiente le cobren por concepto del 4 x mil los mismos 8.000 pesos que cuesta el “manejo” de la tarjeta débito, tendría que hacer un retiro de 2 millones de pesos, casi cuatro salarios mínimos. Es decir, un retiro que se hace para comprar un computador o un LCD y esas son cosas que no se compran todos los días.
Con respecto a la pobreza, es posible suponer que la mayoría de los colombianos se encuentran excluidos de la banca porque apenas tienen lo justo para la supervivencia diaria y, por tanto, carecen de excedentes que les permitan ahorrar. No obstante, hay que recordar los chorros de dinero que gentes de todos los estratos, pero pobres en su mayoría, metieron en las malhadadas pirámides, apenas un par de años atrás. Así que dinero hay, lo que no parece haber es confianza hacia la banca.
Añádase que a los pobres no les prestan con facilidad aun cuando, en realidad, no son tan mala pagas como los bancos creen. El caso del sistema hipotecario es prueba más de una gran avidez y una deshonesta política de usura por parte de los bancos que de la incapacidad de pago de los deudores. Lo sucedido con el Upac –desde 1992, cuando se le ató al DTF– es que se ha llevado a efecto un cobro leonino al deudor, hasta por diez y más veces el tamaño de la deuda adquirida. De manera que casi todos los que han perdido su vivienda la habían pagado con creces.
La verdad es que es necesario darle a esos servicios un valor sensato que nos regrese al principio de los tiempos, cuando los ahorros crecían de manera lenta pero segura en vez de esfumarse por culpa de cobros extravagantes que los bancos pretenden encubrir regalando licuadoras y toallas.
Por otra parte, si en Colombia se usa más efectivo que en cualquier otro país de América Latina, generando mayores costos a las transacciones, hay que atribuirlo en buena parte a la economía ilegal como bien lo explica el director de la Dian, Juan Ricardo Ortega. Y para subsanar en algo la situación, hay que implementar su propuesta de que el Estado no reciba pagos en efectivo y privilegie las transacciones electrónicas. Sin embargo, surge una inquietud: ¿cuánto nos cobrarán los bancos por ese servicio?
(El Mundo, enero 17 de 2011)
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