Aún faltan semanas para la posesión de Santos II y ya se puede hacer una lista de las promesas que su gobierno incumple sin el menor sonrojo. La primera de ellas fue la de ‘revivir’ las horas extras, que, valga decirlo, nunca se han eliminado. Lo que se hizo en el 2002 fue extender la jornada diurna de las 6 p. m. a las 10 p. m., por lo que ya no tienen recargo nocturno. Pero a quien trabaje más de 48 horas semanales le tienen que pagar esas horas adicionales; hacer creer algo distinto, como ocurrió en la campaña presidencial, es una mentira aberrante.

Ese recargo fue lo que el senador Alexánder López quiso restablecer mediante un proyecto de ley que el gobierno de Santos le hundió en abril, con concepto negativo de varios ministerios para que la Aplanadora Nacional lo archivara. Y, días después de la segunda vuelta, se le dio el entierro definitivo, con la promesa –otra más– de que el Gobierno presentaría, más adelante, un proyecto de reforma sobre el particular.

Pero hay promesas rotas que vienen de mucho más atrás. En el 2010, Santos se eligió con el prometedor discurso de las cinco locomotoras, todas las cuales quedaron enterradas en el fango. Una de ellas era la locomotora de la ciencia, la innovación y la tecnología, que debía tener en Colciencias su órgano rector. Pero tampoco. El Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 estableció que el presupuesto de esa entidad, para el presente año, sería de 750.000 millones [ver aquí]. Sin embargo, apenas es de 414.000 millones y se reducirá a solo 289.000 en el 2015, según se ha denunciado.

Más censurable aún fue el despido de la señora Paula Marcela Arias, al estilo chavista, por el simple hecho de decir la verdad y advertirle al país lo que estaba pasando. Todo esto con el agravante de que le reducen el presupuesto a la ciencia justo cuando –según dicen– la economía marcha viento en popa y el recaudo de impuestos ha roto índices históricos. Ah, y cuando “la paz”, que “está de un cacho”, va a ‘disparar’ el PIB y a liberar ingentes recursos de seguridad y defensa. Claro, no sería raro que este gobierno, tan dado a las patraseadas, termine dándole un buen presupuesto al sector, ojalá sin el fantasma de que gobernadores y alcaldes puedan meter la mano en esa ponchera.

Otra de esas promesas rotas que vienen de tiempo atrás es la que Santos le firmó en piedra a Antanas Mockus acerca de no poner más impuestos. No solo los hubo en Santos I, sino que en la segunda parte estarán a la orden del día. El Gobierno admitió que necesita una reforma tributaria para recaudar 12 billones en el 2015 [ver aquí] para llenar el hueco que dejarán la desaparición del impuesto al patrimonio y la reducción del 4 por mil al 2 por mil. Bueno, otro compromiso sepultado, pues el ministro Cárdenas ya anunció que no desmontará el 4 por mil [ver aquí].

Si nada de eso nos sorprende, sí deberían hacerlo las quejas de la exsenadora Piedad Córdoba, quien acusa al Gobierno de incumplir compromisos pactados con Marcha Patriótica para respaldar su reelección [Ver aquí]. Claro que en este caso la naturaleza de lo prometido es peor que el incumplimiento: Santos dizque se comprometió a liberar a unos ‘presos políticos’ y a personas detenidas durante los paros. Mejor dicho, con tal de reelegirse, cualquier mentira, cualquier alianza. La palabra de este Gobierno vale huevo.

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¿Por qué hay tanta incredulidad sobre la posesión de Álvaro Uribe Vélez como senador de la República si está claro que sus actuaciones como Presidente se mantienen bajo el mismo fuero? ¿Será que la Corte Suprema pretende cambiar la jurisprudencia con la misma facilidad con la que lo viene haciendo el Consejo de Estado por estos días? Y, de ser así, ¿se trataría de una venganza o de un mandado?

(Publicado en el periódico El Tiempo, el 15 de julio de 2014)

Posted by Saúl Hernández

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