anibal-gaviriaCuando Aníbal Gaviria llegó a la Alcaldía de Medellín le pidió facultades extraordinarias al concejo de la ciudad para efectuar cambios en la estructura administrativa municipal. De allí surgieron las inefables vicealcaldías, y un aumento de la burocracia en más de 500 nuevos funcionarios, que en nada han servido para mejorar los problemas de la capital antioqueña. Un capricho que, por cierto, no fue expuesto en el programa de gobierno divulgado en la campaña electoral.

Luego vino la venta de Une. A la ciudadanía se le explicó escuetamente que, solo con un socio estratégico, este patrimonio público de los antioqueños podría competir con los gigantes de las telecomunicaciones que vendrían al país y se dividirían la torta de ese sector. Y que con el producto de la venta del 50% (más una acción) de la empresa, se ejecutarían obras de gran importancia para la ciudad. Pero los detalles de la negociación aun hoy se desconocen y las obras a realizar, con nuestro dinero, fueron escogidas por el Alcalde a su estilo, a puerta cerrada.

Por su parte, el Plan de Ordenamiento Territorial de Aníbal siguió el mismo derrotero, fue una discusión de espaldas a la comunidad en la que se tomaron decisiones que, aun hoy, siguen siendo casi un misterio. De nuevo, un grupo de tecnócratas —o autócratas, mejor— dio por descontado que solo ellos saben del asunto, y que están tocados por la gracia divina para decidir cómo van a vivir los ciudadanos en los próximos 12 años. Adanistas que creen que la ciudad marcha hacia el abismo y que ellos son los indicados para dar el timonazo, unos ‘elegidos’ a los que toca agradecerles.

Como si fuera poco, el embeleco de los Parques del Río y el Jardín Circunvalar andan en la misma tónica. Proyectos escasamente socializados, proyectos que se imponen de acuerdo a los designios de un gobernante con ínfulas de emperador, proyectos que nadie pidió y en los que no se ven soluciones a problemas reales sino un aterrador despilfarro de recursos en algo que solo traerá problemas nuevos.

Haciendo un paréntesis, ¿dónde están los ambientalistas de pacotilla que bloquearon la construcción del Metroplús de Envigado para evitar el corte de un centenar de árboles pero callaron ante el arboricidio de más mil ejemplares en la autopista para la construcción del tramo piloto de Parques del Río? ¿Acaso los callaron con estímulos monetarios tan en boga en estos tiempos y de los que la municipalidad de Medellín es tan pródiga con colectivos culturales, ambientales y de similar índole?

Volviendo al tema, tenemos también las decisiones dictatoriales que toma la mal denominada Empresa de Desarrollo Urbano, que mejor debería llamarse Empresa de Desplazamiento Urbano. La Edu decide —a puerta cerrada, por supuesto— dónde se hará un parque, qué casas se tirarán para pasar el tranvía o cuál barrio completo se demolerá para construir insulsas torres edificadas en serie, sin sentido estético. Además, compran a precio de huevo, a lo que les da la gana, y el pago tarda más que el trámite de una pensión. Ah, y a los que protestan, les mandan el Esmad.

De ese tenor ha sido todo en esta administración, cuyo alcalde ha sido muy dado a las ausencias, la consecución de premios de dudoso origen y la organización de costosos e inútiles eventos para el autobombo. En la ciudad ‘más innovadora’ muchas cosas siguen manga por hombro mientras los ocupantes de los carros oficiales nos meten el cuento de que Medellín está a la altura de las mejores ciudades del mundo.

El colofón no podría ser peor: Gaviria le pidió —otra vez— facultades extraordinarias al Concejo de Medellín para ejecutar unas transformaciones que supuestamente necesitan las empresas del Municipio para seguir siendo eficientes. ¡Y se las dieron! El Concejo renunció a sus obligaciones y aprobó una especie de ‘ley habilitante’, como las que se agencian los sátrapas del vecindario.

Nada bueno puede haber en algo que a un alcalde se le ocurre en su último año y que pretende imponer sin ninguna discusión ni participación. Nada bueno puede salir de un gobierno que actúa a puerta cerrada y toma decisiones a oscuras.

(Publicado en el periódico El Mundo, el 2 de marzo de 2015)

Posted by Saúl Hernández

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