Fiel a su consigna de «Trabajar, trabajar y trabajar», el presidente Uribe comenzó su gobierno a todo tren. Si mantiene ese ritmo en los cuatro años serán muchas las tareas que se pongan al día, ojalá las más importantes.

Apenas posesionado el presidente Uribe, el pasado 7 de agosto, se adelantó unos minutos a la promesa de radicar el proyecto de Reforma Política a las cinco de la tarde. Al día siguiente, jueves, madrugó para estar a las seis de la mañana en Valledupar —como lo había prometido desde enero—, instalando las redes de vigilancia de las carreteras. En la tarde, viajó a Florencia, Caquetá, muy cerca de la antigua zona de distensión, para explicar el proyecto de revolución educativa y ampliación de cupos escolares. El viernes fue a Cali para lanzar una propuesta de salvamento de las empresas prestadoras de servicios públicos de esa ciudad y se reunió con las familias de los secuestrados, y el sábado viajó con todos sus ministros a Pasto, Nariño, para desarrollar un Consejo Regional de Gobierno, algo nunca antes visto en Colombia donde se gobierna a puerta cerrada para que el pueblo no se entere de nada. Como si fuera poco, ayer domingo sesionó hasta tarde con su gabinete para decretar la Conmoción Interior a partir de hoy.

Nunca un gobernante había hecho tanto en cuatro días. Colombia es un país sumido en una crisis de múltiples facetas, producto del desgobierno de tantos años, y sólo se endereza con una seguidilla de varios gobiernos que trabajen duramente y se equivoquen poco, o que lo hagan de buena fe. Lo de Uribe no es nuevo ni es casual. Ratifica que la Primera Magistratura no puede volver a ser un premio de piñata, un «póngale la cola al burro», es un cargo exclusivo para quienes muestran estar hechos de madera fina y no para alguien que no hacía las tareas del colegio. A los 24 años, Uribe ya era un funcionario modelo de las Empresas Públicas de Medellín, igual diligencia mostró en la Aerocivil, después como alcalde de Medellín, como senador estrella, como gobernador infatigable de Antioquia. El respaldo que ilustres y humildes compatriotas le han dado al Presidente no ha sido por capricho, no cabe duda que es el hombre que necesitaba la República.

Ese comienzo vertiginoso no es sólo un show de prensa ni es por aquello de que escoba nueva barre más. Es producto de saber para qué quiere un individuo ser Presidente y qué va a hacer una vez llegue allí. Pero también es fruto de un optimismo poco común y una convicción de que sí se pueden hacer transformaciones, en medio de un mar de criticones y envidiosos que sólo ven «peligros» en las propuestas del Gobierno. Pero los resultados empiezan a verse (será por aquello de que «al que madruga Dios le ayuda»). La red de informantes del Cesar previno un secuestro al día siguiente de su instalación; en Florencia, el presidente Uribe recibió la llamada de Koffi Anan aceptando ser mediador con las Farc; en Cali tuvo buena acogida su propuesta para salvar Emcali, vendiéndola a toda la ciudadanía mediante una capitalización a través de la cuenta de servicios.

Los consejos regionales o comunales de gobierno van a marcar un hito en la historia política del país. Siempre se ha criticado el «autismo presidencial». Una vez se ha llegado a la Casa de Nariño el otrora candidato que cargaba niños, bailaba con mulatas, se abrazaba con campesinos, etc., no volvía a untarse de pueblo, se hacía inaccesible para alcaldes, gobernadores y demás. Se hacía presente en las regiones sólo en graves desastres o en pomposas inauguraciones. El presidente Uribe, en cambio, estará presente todos los sábados en alguna región, en alguna ciudad capital, tomando notas, pidiendo y rindiendo cuentas, escuchando de primera mano las necesidades concretas y elaborando propuestas.

No sólo el ritmo presidencial se vuelve contagioso sino que los funcionarios que participan de estos consejos se ven obligados a trabajar más y a prepararse como si de un examen se tratara. Ya se vivió el sábado anterior en Pasto. Se siente que alguien gobierna de verdad y que los demás también le quieren marchar al asunto.

La Reforma Política merece comentario aparte y profundo estudio. El texto radicado en el Congreso luce incompleto y poco profundo. Hace falta incluir varios aspectos importantes pero, como en lo demás, el presidente Uribe se hará moler para que salga bien. El arranque de Uribe ha sido bueno, por lo menos, para alimentar la esperanza.

Posted by Saúl Hernández

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