Después de romperse el mal llamado Proceso de Paz el miércoles anterior, luego del secuestro de una aeronave en el Huila y la retención del senador Rodrigo Gechen Turbay, quedan diversas reflexiones frente al panorama de guerra que se percibe y al debate electoral que encabeza el doctor Álvaro Uribe Vélez.
En primer lugar hay que ratificar que el presidente Pastrana se equivocó en el rumbo del proceso, cometió innumerables errores donde se incluye la terminación tardía del mismo. Si bien le faltaron a la palabra como lo expresó en su alocución televisada ello no lo exime de sus responsabilidades.
Ahora bien, el escenario de ‘guerra total’ que Horacio Serpa pronostica para desprestigiar la tesis de Uribe Vélez no tendrá lugar. Colombia no vive una guerra civil y la guerrilla no tiene capacidad militar para afrontar una guerra abierta de alta intensidad; lo de ellos es el terrorismo, la destrucción de la infraestructura nacional, los secuestros, etc. A eso estamos acostumbrados y tenemos experiencia de una plaga peor: Pablo Escobar, (q.e.p.d.) y como en ese caso Colombia ganará.
No es hora, sin embargo, de vanagloriarse de que las tesis de Álvaro Uribe Vélez hayan triunfado, lo suyo no era una apuesta sino un análisis certero; y, al contrario de lo que algunos piensan, no se ha quedado sin tema de campaña, ha iniciado su periodo presidencial sin siquiera haber sido elegido. Sus planteamientos comienzan a acogerse como decisiones inapelables: tomarse el Caguán, llamar a las reservas del Ejército, destinar 2 billones de pesos más para las Fuerzas Armadas y pedir cooperación militar extranjera. El jueves llegó un avión nodriza de Estados Unidos para abastecer naves de combate en el aire y el sábado había soldados gringos en el Caguán durante la visita de Pastrana a esa zona.
Pero el tema de la guerra y la paz pasa a segundo plano cuando vemos cómo el desespero de la vieja clase política, ante el inminente triunfo de Uribe en la primera vuelta los está llevando a inventar toda suerte de triquiñuelas en contra del liberal disidente. Las acusaciones de Rodrigo Garavito en el Espectador del 17 de febrero son descaradas y perversas, al basarse en un libro (Los jinetes de la coca) que desde hace más de diez años viene siendo cuestionado por sus imprecisiones y acusaciones sin fundamento.
Por eso no es de extrañar que exista el rumor de un complot de la clase política para asesinarlo y culpar a las Farc. Los corruptos saben que si impidieron la reforma política propuesta por Pastrana en el año 2000, fue gracias al rabo de paja del mandatario. Con Uribe sería distinto porque será presidente con un amplio apoyo popular y político, porque no tiene rabo de paja y porque su palabra es de arriero antioqueño. Tiene dos opciones para cerrar el Congreso y modificarlo: que los parlamentarios uribistas lideren la reforma de forma casi suicida (pero patriótica) o que salga a conseguir las firmas del pueblo para realizar un referendo que le dé autonomía para tomar decisiones radicales. Como están las cosas, Uribe tiene los ases en la mano para darle una estocada de muerte a la corrupción del Estado.
Colombia requiere una guerra frontal contra la corrupción y la violencia, no sólo de la guerrilla sino de los paramilitares y la delincuencia común y organizada. Para ello requiere un líder con ‘estirpe de héroe’ como lo asegura Jesús Vallejo Mejía (El Colombiano, 24 de febrero): «Del mismo modo como en Inglaterra y Francia en 1940 se destacaron Churchill y De Gaulle para oponerse a los nazis, Colombia cuenta hoy con un Uribe Vélez que ha visto con claridad y entereza desde el principio cuál es la índole de los grupos subversivos y de qué modo se hace menester actuar en defensa de los derechos básicos de las comunidades. (…) Porque no es el tiempo de los diletantes ni de los charlatanes sino de los héroes y los mártires».
Eso sí: el que esté esperando que Uribe va a convertir este país de hienas en un paraíso, de la noche a la mañana, que no sueñe; el que crea que vamos a salir adelante sin el sudor y las lágrimas que Churchill advirtió al pueblo inglés, que despierte. Ahora el llamado no es sólo a elegir bien sino a elegir ya, en la primera vuelta, y que se alce el clamor nacional para pedirle a Andrés Pastrana que por razones de alto interés para la patria le entregue el mando a Álvaro Uribe Vélez el primero de junio, porque su presencia es inocua y no hay tiempo que perder para recuperar a Colombia.
Publicaciones relacionadas:
Si el próximo presidente se verá abocado a hacer lo mismo ¿por qué no permitir que siga Uribe en su tarea?abril 26, 2004
Cada vez estoy más convencido de que un nuevo periodo consecutivo del presidente Uribe es inconveniente tanto para el país como para él mism...mayo 26, 2009
Las Farc demostraron de nuevo su capacidad de asesinar y destruir provocando un verdadero terremoto en el municipio de Granada (Antioquia), ...diciembre 11, 2000