El déspota mandatario de Venezuela pretende imponerle su visión política a vecinos soberanos.
El presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, dijo la semana anterior que el Mercosur no sirve. Alega que las asimetrías entre las economías de los dos grandes —Brasil y Argentina— y los dos chicos —Uruguay y Paraguay— son inmensas y que los dos mayores mantienen fuertes medidas proteccionistas. Además asumen actitudes arbitrarias: dos multinacionales de España y Finlandia están construyendo inmensas plantas de papel en la localidad uruguaya de Fray Bentos, en la frontera con Argentina. Este país se opone con el argumento de que esas industrias van a contaminar el río Uruguay, de cuyas aguas se surten en ambas fronteras, pese a que la Unión Europea ha advertido que sus empresas cumplen los más altos estándares de producción limpia.
No así, Argentina pretende llevar su reclamación a la corte de La Haya y ha bloqueado los puentes que unen a ambos países, incumpliendo normas vitales del tratado del Mercosur. De manera que los grandes países del bloque violan el tratado como les parece, se oponen al progreso de los chicos con razones dudosas —¿Argentina rechazaría la inversión europea en su territorio? Claro que no— y hasta se envalentonan y amenazan con llevarlos a cortes internacionales. Por eso, Vásquez emprende esta semana viaje a México y EU, con quienes pretende acuerdos comerciales más sanos que las relaciones con sus vecinos.
El asunto se parece mucho al alboroto que Hugo Chávez ha armado para retirarse de la Can. Es Chávez precisamente quien más ha violado los acuerdos andinos en materia de comercio cerrando la frontera cada que le viene en gana, y las razones que expone para su separación son, además de amañadas, carentes de todo criterio técnico y sumamente políticas. Dice que el TLC es un mal negocio pero los estudios demuestran que hasta Venezuela se beneficiaría notablemente por la exportación de Colombia a EU de productos fabricados con materias primas venezolanas. Acusa también al TLC de ser fuente de insolidaridad regional por el tema de la soya boliviana pero el tratado entre Colombia y EU implica largos periodos de desgravación para la soya y, de otra parte, no es gentil que Bolivia nos mande soya de Paraguay y Brasil como si fuera suya y menos que la venda más barata (precio internacional) a otros países que a Colombia, de manera que no queda muy claro quién es el insolidario en este caso.
A Chávez no le ha parecido mal que México —socio de Colombia y Venezuela en el G-3— tenga TLC con EU; tampoco le parece mal pedir ingreso como miembro pleno al Mercosur, cosa que la Can le prohíbe a sus integrantes; menos le importó asociarse con Brasil y Argentina para construir un megagasoducto sin siquiera informarle a los países chicos de Mercosur. Es que Chávez pretende ignorar que sus exportaciones a EU triplican las de Colombia: 24 mil millones de dólares contra menos de 8 mil (datos de 2004); y, de acuerdo con las denuncias de Tabaré, es fácil colegir que no hay más camaradería y hermandad en Mercosur que en la Can, los roces entre vecinos por el mejor negocio que ha hecho Uruguay en su historia (las papeleras) le restan autoridad al presidente de Venezuela para señalar al TLC con EU como culpable del desmoronamiento de la Comunidad Andina.
No cabe duda de que la pataleta no es más que su manera de señalar una posición política llena de relativismo moral. De hecho, las relaciones binacionales han tenido una semana muy agitada por las absurdas acusaciones que autoridades venezolanas han proferido contra el gobierno de Colombia por la supuesta orquestación de un complot para asesinar a Hugo Chávez. Nicolás Maduro, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (órgano de bolsillo del mandatario), anunció en un tono poco conciliador que Colombia siempre ha sido el obstáculo para la independencia venezolana; o sea que volvimos a los tiempos en que los venezolanos odiaban a los colombianos por asesinar a Bolívar, a quien en vida ellos detestaban. No se olvide que a Chávez ya le llegaron sus helicópteros de combate y que pronto arribarán sus aviones. Qué mejor estrategia que alterar la paz de la región para que el petróleo llegue a los 100 dólares en diciembre, como lo anunció el presidente venezolano. El eje Caracas-Teherán nos llevará a ese escenario. Cualquier cosa puede esperarse de quien altera la realidad de esa manera sin sonrojarse, para poder justificar lo que sea. ·
Publicado en el periódico El Mundo de Medellín, el 1 de mayo de 2006
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