Muy tímida y pobre ha resultado la campaña de ‘No más limosnas’ del Municipio de Medellín. Tímida y pobre  porque, a pesar de la gravedad de la problemática, se ha limitado a una página de Internet que pocos visitan (www.nomaslimosnas.gov.co) y a algunos anuncios que han pasado desapercibidos para  la ciudadanía. A estas alturas la mayoría no sabe de la campaña para no dar limosnas en las calles.

Lo anterior se debe a que la actual administración ha descuidado temas prioritarios y ha improvisado políticas públicas mediante planes inmaduros ejecutados a medias. En la campaña de Fajardo no hubo una sola alusión a los ‘problemas’ de anorexia y bulimia, y ni siquiera se pretendió una reivindicación feminista en desagravio por los atropellos que la cultura machista ha causado históricamente. No obstante, grandes esfuerzos públicos se han hecho en esta administración para ‘salvar’ de la anorexia y la bulimia a una escasa minoría que sufre esos problemas y para expresar reclamos a nombre de la mujer que están no sólo pasados de moda sino fuera de contexto, cualquiera sabe que en Antioquia mandan las mujeres desde hace mucho tiempo.

Como si fuera poco perder de vista las prioridades para darle gusto a la Primera Dama del Municipio —cargo que no existe y que a menudo se torna pesado para los gobernantes de turno—, este despacho improvisó una también tímida y pobre campaña para prevenir el embarazo juvenil, tema, ese sí, de importancia capital y convertido casi en epidemia. No obstante, la campaña se echó al olvido como si el asunto apenas fuera una fiebre de marzo.

A finales del 2006, la Secretaría de Bienestar Social se lanzó con esta tardía campaña para evitar la mendicidad. No se discute la pertinencia de tal acción sino el que nunca estuvo en los programas de Gobierno y a última hora se improvisó sin objetivos claros y sin mayores pretensiones. Es una idea de esas disparadas con escopeta regadora a ver a quién se impacta y qué beneficios se sacan de ahí, en las encuestas por lo menos.

Casi todos los alcaldes de la ciudad han iniciado campañas similares —incluso con más bombos y platillos— y ninguno ha logrado siquiera una solución parcial porque se sigue gobernando al influjo del cemento y no de las problemáticas sociales. No puede ir “pa’delante y sin reversa” una ciudad que tiene (de acuerdo con datos oficiales) más de tres mil menores ejerciendo la mendicidad, expuestos a la prostitución, la drogadicción, el alcoholismo e insertos en la delincuencia y no en proyectos educativos. Menores que son explotados para mendigar para otros, expuestos como mercancía que se alquila para obtener el favor ciudadano. Mientras no haya un compromiso real de la Administración para recoger a los menores en situación de calle nada se va a lograr.

A juicio de algunos que pregonan derechos ilimitados pero pocos deberes, la mendicidad no puede prohibirse ni siquiera en defensa de los menores de edad, y  se predica que éstos no pueden ser separados de su núcleo familiar. Por fortuna, la nueva Ley de Infancia es clara en señalar (Art. 20) que el infante debe salvaguardarse de la explotación económica por parte de sus padres o cualquier otra persona y que “serán especialmente protegidos contra su utilización en la mendicidad”. Reitera (Art. 41) que se debe “asegurar que (los infantes) no sean expuestos a ninguna forma de explotación económica o a la mendicidad”.

Tristemente, sabemos que la ley en Colombia es letra muerta y casi nada se cumple. A veces, incluso, son juristas los que le tuercen el pescuezo al espíritu con el que fueron redactadas las disposiciones y las dejan inservibles. Si no pasa nada raro, la nueva ley ofrece las condiciones para que la Administración Municipal corte de tajo con el uso y participación de menores en la mendicidad. La Ciudad tiene recursos para ser la primera en Colombia sin menores indigentes y sería un paso importante para darle ejemplo a la ciudadanía y tener autoridad moral para pedir que se encauce correctamente la caridad, cosa que no se logra con una tímida campaña y una paginita en Internet.  ·

Publicado en el periódico El Mundo de Medellín el 8 de enero de 2007 (http://www.elmundo.com/)

Posted by Saúl Hernández

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