A la propuesta del Gobernador de Antioquia de vender la FLA le ha surgido mucha oposición política a pesar de que la mayoría de líderes de opinión están de acuerdo en el hecho de que se trata de una gran iniciativa. Al margen de los intereses politiqueros, cabe destacar que se han esgrimido razones de tipo económico que arrojan alguna incertidumbre con respecto a la conveniencia de la negociación.

Hay quienes se preguntan, por ejemplo, para qué vender la FLA en el entorno del TLC si ésta podría exportar rones al mercado norteamericano, con pingües utilidades. Otros se refieren a la producción de biocombustibles también hacia el mercado gringo, tema crucial por el cacareado cambio climático, y la mayoría de quienes se oponen advierten, sencillamente, que el Departamento no puede dejar de lado un negocio tan rentable que le suministra más de 534 mil millones de pesos anuales (el 29 por ciento del presupuesto departamental), para internarse en inversiones riesgosas, menos rentables y de gran incertidumbre.

En estas páginas (EL MUNDO, abril 23 de 2007), Guillermo Maya Muñoz hizo una simple deducción a manera de ejercicio: “la rentabilidad de la FLA con unos 200 mil millones de pesos sobre 2 billones de pesos, precio posible de su venta, es mucho mayor que la rentabilidad de EPM, con unos 900 mil millones de pesos, sobre casi 14 billones de pesos en activos”. Bajo  este punto de vista, no queda duda de que el negocio (vender) no es bueno.

Pero tal vez conviene aclarar que, como le pasa a cualquier familia, este es un negocio que se haría por necesidad, no por usura. Es como vender el carro para mandar los hijos a la universidad. Alguien dirá que esta ‘familia’, en buena medida, vive de ese ‘carro’, pero cada día éste se chatarriza más y más, y a la larga no va a quedar carro ni estudio. Decía Keynes que “en el largo plazo todos estaremos muertos”; por eso, no tiene sentido dejar las medidas para un mañana simplemente porque las cosas parecen estar funcionando bien así. Antioquia no es una mina de oro y, al margen de algunos esfuerzos privados, ya no es líder en el país. La FLA es uno de nuestros ahorros y los ahorros son para eso, para alcanzar destinos superiores.

Sin embargo, la idea del gobernador va a seguir causando oposición mientras no clarifique los aspectos básicos de la negociación: el precio de venta, el porcentaje que se desea vender y la destinación de los recursos. La destinación es el tema principal: la capitalización de EPM se da por descartada porque sus ‘dueños’ se creen de mejor familia. Sigue en veremos el sueño de dotar de servicios de calidad a toda la comarca.

Y es que las intenciones del Gobernador se están enredando precisamente ahí, en el tema de qué va a hacerse con esa plata. Se conciben proyectos que requieren ingentes inversiones como la central Pescadero-Ituango (con la posibilidad de aprovechar el excedente eléctrico para convertir bauxita en aluminio), la doble calzada Puerto Berrío-Medellín-La Pintada, la doble calzada Medellín-Urabá y el Puerto de Urabá, pero no hay claridad en cómo se van a manejar esos recursos y cómo seguirían rentando. La administración pública ya ha mostrado grave ineficiencia para ejecutar empresas similares, como en el caso del Ingenio Vegachí, y eso genera gran preocupación.

De todas maneras, quiéranlo o no, el carro se convertirá en chatarra. La FLA es buen negocio por ser un monopolio, pero su declive paulatino es inocultable: el año pasado vendió casi 20 millones de litros de aguardiente, apenas la mitad de lo que producía hace diez años. Hoy se consume más cerveza, más vino, más whisky, más ron. El TLC desgravará los licores en diez años y aún si no se aprobara, la OMC viene insistiendo en la terminación de los monopolios de licores por parte de los estados.

El año pasado, la multinacional Brown-Forman compró el tequila Herradura por 876 millones de dólares. Una cifra similar por la FLA permitiría apalancar obras que no se van a levantar a punta de aguardiente. Y eso si se vende mientras siga siendo un buen negocio.  ·

Publicado en el periódico El Mundo, de Medellín, el 30 de abril de 2007

Posted by Saúl Hernández

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