El único amigo que tiene Colombia en la región —y acaso en el mundo—, el presidente de Perú, Alan García, ha dicho reiteradamente que toda la estrategia de Hugo Chávez está encaminada a cercar a nuestro país, el gran objetivo del dictador venezolano en su delirio de materializar el ‘sueño’ de Bolívar. Y cada que Chávez sale a pasear por el vecindario, cargado de petrodólares para sus glotones lacayos, se evidencia que su plan marcha mejor de lo que quisiéramos.

Estamos en medio de una tormenta: Panamá nos acusa ante la Organización Mundial de Comercio por tratar de impedir que nos inunden de contrabando chino; Nicaragua espera que la Corte Internacional de La Haya le entregue la soberanía sobre San Andrés (cosa que los expertos consideran imposible pero que aún está por verse); Estados Unidos, en cabeza de los demócratas, nos voltean la espalda disminuyendo la ayuda militar y embolatando la aprobación del TLC; Cuba, siempre tan ‘gentil’ con nuestra democracia, anda pescando en río revuelto contra el presidente Uribe, según se desprende de las confesiones del narcotraficante ‘Rasguño’; Ecuador pasó de ser un amigo fiel y generoso a un vecino rabioso y provocador; Bolivia le hace la segunda a su patrón (Chávez, claro) y Lula apenas disimula, parece resignado a la pérdida del liderazgo en el vecindario.

No es nada casual que mientras Chávez parlotea acerca de su supuesto interés de ayudar a la pacificación de Colombia, en presencia de doña Piedad Córdoba, quien no tuvo reparos en mendigarle acueducto para Quibdó y becas universitarias para jóvenes chocoanos, la periodista venezolana Patricia Poleo —perseguida del régimen chavista— divulgue una información con respecto a la presencia de Íngrid Betancur en Venezuela, custodiada por una nutrida tropa de las Farc en tierras de ‘Grannobles’.

Y no es que la periodista Poleo sea depositaria de la verdad pero de todos es sabido que la liberación de ‘Granda’ no fue un gesto gratuito de Sarkozy —en quien Uribe confió ciegamente—, y cabe recordar que hace poco más de un mes la misma Piedad anunció que la entrega de Íngrid estaba lista. Por cierto que doña Yolanda Pulecio, su hija Astrid y el marido de la secuestrada, vienen hace días en un estado de ánimo distinto que ni siquiera ha sido alterado por el asesinato de los once diputados, los rumores de la muerte de Íngrid o las negativas del Presidente a las peticiones del profesor Moncayo. ¿Por qué?

Todos queremos la liberación, sana y salva, de Íngrid Betancur y de los demás plagiados, sobre todo ahora cuando hay serios indicios de que las Farc han decidido asesinarlos uno por uno para presionar el despeje de los territorios de Florida y Pradera, pero de darse la intervención de Chávez, de quien no hay duda de que tiene vínculos, por lo menos ideológicos, con la guerrilla colombiana, se sentaría un grave precedente. Ya se han desarrollado actos políticos de corte chavista en territorio colombiano, ya hay decenas de miles de compatriotas que ostentan la doble nacionalidad y tienen derecho al voto en nuestro país, y, además del Polo, hay movimientos de expreso y declarado fervor chavista. De otra parte, el dinero del petróleo venezolano fluirá profusamente en las campañas políticas; en Argentina hay un gran escándalo por la llegada desde Venezuela de una valija repleta de dólares que servirían para financiar las campañas que se avecinan.

Como si todo eso fuera poco, no es vano alarmarse por el nefasto efecto que provocaría la liberación de Íngrid a manos de Hugo Chávez. En vez de criticarse su intromisión en asuntos domésticos de otro país y de ponerlo en tela de juicio por su cercanía con grupos terroristas, un coro angelical de ong’s, sindicatos, partidos comunistas y toda esa burocracia de izquierdistas albergados en entidades como la ONU, lo señalarían como el mesías y los colombianos de a pie, tan antojadizos, inconsecuentes y vacilantes, probablemente se creerían el final feliz de la fábula, con el sapo convertido en príncipe rojo rojito.

¿Será que Sarkozy se presta para tan infame tramoya? Ya se supo que su participación en la liberación de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino, por parte del dictador libio Moammar el Gadafi,  estuvo supeditada a la venta a Libia de más de 400 millones de dólares en armas. Ahora, ¿con quién será, en este caso, el canje de armas por rehenes, con Venezuela o con las Farc?  ·

Publicado en el periódico El Mundo, de Medellín, el 13 de agosto de 2007

Posted by Saúl Hernández

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