Estimada Íngrid: Desde el momento mismo en el que me enteré del rescate épico de 15 secuestrados, pasmado al escuchar que su nombre encabezaba la lista de afortunados, pensé escribir una columna de agradecimiento al presidente Uribe por su valentía, su perseverancia, su dedicación… Pero, después de escucharla una y otra vez en tantas entrevistas, decidí agradecerle a usted por darnos la razón en casi todo a muchos que como yo sostuvimos –aguantando en silencio burlas, insultos y amenazas– que el tema de su secuestro había que tratarlo de manera muy distinta a como querían hacerlo sus propios parientes y otras personas que tienen oscuros y mezquinos intereses disfrazados de sentido humanitario.
En primer lugar, le agradezco que usted solicite confiar en nuestro Ejército como muchos lo hemos invocado por años, y se atreva a afirmar que es mejor morir tocando la libertad con las manos que permanecer indefinidamente en cautiverio o ser ‘ajusticiado’ por la guerrilla, como ocurrió con los diputados del Valle. A menudo nos han tildado de inhumanos e insensibles por decir lo mismo.
Le agradezco que afirme también que la reelección fue buena y se convirtió en la peor derrota para una guerrilla que se metió a la selva a esperar que pasara el automatismo de un cuatrienio más para luego volver a sus andadas. Allá, haciendo su Ph.D., usted tuvo mucho tiempo para reflexionar y sopesar la realidad del asunto mientras la oposición se dedicaba a fabricar escándalos (del griego skandalon, que significa trampa) para meterle palos en la rueda a un gobierno al que usted, que parecía una de sus damnificadas, le ha dado la bendición, llegando al punto de consentir otra reelección y apartándose del criterio demagógico con el que algunos pretenden hacernos creer que se viene una dictadura. Y eso lo dice usted que ha sido contestataria y políticamente incorrecta.
Igualmente, le agradezco que asuma una posición responsable frente a la injerencia de los países vecinos al pedirles que permitan la solución democrática de los problemas de Colombia, y al recordarles que aquí la gente ha elegido a Uribe, no a las Farc.
Le agradezco también por sus posturas frente a las pruebas de supervivencia y los circos que montan la guerrilla y sus aliados. Toda esa patética manipulación que mancilla la dignidad de los secuestrados y no tiene por objetivo regresarlos a sus hogares. Esas farsas en las que ustedes fungían de payasos, para chantajear al Gobierno a cambio de réditos políticos para los demás.
Los militares y policías también nos dieron la razón en muchas cosas. El sargento (P) Julio César Buitrago propuso hacer otra marcha como la del 4 de febrero que, según sus palabras, se sintió bastante en la selva. Esa marcha, estimada Íngrid, fue torpedeada por personas que se decían interesadas en su libertad, incluyendo a su propia familia y a los comités de París, que la sabotearon toscamente en esa ciudad. Por eso, es una doble paradoja el que usted encabece la marcha del 20 de Julio y, al mismo tiempo, el que no participe en ella por petición de su familia. ¿Cuál problema de seguridad puede haber si usted es una figura presidencial que tendrá un esquema de seguridad digno de un jefe de Estado? ¿No dice que hay que confiar en el Ejército y que repetiría esa imprudencia de ir al Caguán (o a donde necesiten su apoyo)?
En fin, es bueno que sea Íngrid, usted, la que haya dicho todas estas verdades, razonadas a la sazón de las vejaciones y no en la comodidad de un escritorio de cedro. No podrá decirse que sus reflexiones son fruto de la lambonería, de mentes reaccionarias o de complicidad con el paramilitarismo. No se atreverán a sugerir que el cautiverio le afectó el entendimiento o que le produjo una especie de síndrome de Estocolmo a la inversa. Aunque, claro, no faltarán los ‘amargados’ que digan que todos sus decires no son fruto más que de un gran olfato político. ¿O sí? ·
Publicado en el periódico El Tiempo, el 8 de julio de 2008
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