Comentaristas muy disímiles (como Álvaro Valencia Tovar y Rudolf Hommes) coinciden en señalar la sinrazón de que mientras el país ha mejorado en todos los órdenes y se vislumbra un año extraordinario en materia económica, la política se debate en un agitado mar de conflictos que parecieran buscar el colapso nacional en pos de un regreso del péndulo. En Colombia ha existido siempre un alto grado de canibalismo y una profunda división entre el país político y el país nacional, y sólo así puede explicarse que mientras el Primer Mandatario ostenta más del 80 por ciento de favorabilidad la mayoría de los políticos y formadores de opinión –¿o habrá que decir ‘deformadores’?– son opositores acérrimos.
La estrategia tiene claras intenciones de sembrar confusión con un ‘bombardeo’ de escándalos, pero han sido tan mal fabricados que en los ciudadanos no han hecho mella. En primer lugar hay que notar la incoherencia en la que incurren los opositores de izquierda pues esta corriente es la más dada a eternizarse en el poder y carecen de autoridad moral para criticar procesos reeleccionistas cuando han acompañado el medio siglo de dictadura en Cuba y aplauden a rabiar las decisiones antidemocráticas de Hugo Chávez en Venezuela. Es muy curioso que en Brasil se hable ya de un tercer periodo para Lula -que requiere reforma constitucional-, con apenas 51 por ciento de intención de voto en las encuestas, en tanto que aquí se hace escándalo en contravía de las absolutas mayorías.
Del presidente Uribe se dice que no respeta a las instituciones y que quiere debilitar el poder de la Corte Suprema por la propuesta de un nuevo tribunal para juzgar a altos dignatarios del Estado. Pero poco se dice que el enfrentamiento con la Corte Suprema se origina en que el Jefe de Estado tomó partido por la Corte Constitucional en un ‘choque de trenes’ que había entre ambos tribunales. Tampoco se dice que el nuevo tribunal sería conformado por jueces y remplazaría la muy criticada Comisión de Acusaciones -o Absoluciones- de la Cámara de Representantes que tan inocua ha sido. Poco se menciona que mientras la Corte Suprema encarcela congresistas por nimiedades, los magistrados han incurrido en hechos idénticos sin que les provoque la menor vergüenza. Por ejemplo, al parlamentario Luis Fernando Velasco lo acusan de haber recibido de los ‘paras’ un pasaje a Europa mientras que toda la Corte viajó a una fiesta en Neiva en un vuelo charter pagado por un narcotraficante.
Ahora la Corte Suprema dice que Yidis Medina vendió su voto por la reelección a cambio de unos puestos para sus recomendados. Si ello es así, deberían ir a la cárcel todos los políticos de gran parte de la historia nacional -y no pocos de los magistrados- pues así es como se ha hecho la política siempre. Nadie niega que es verdaderamente abyecta la compraventa, en dinero contante y sonante, de puestos o de notarías, pero eso no es nuevo ni es raro. De la misma manera se nombran a los honorables magistrados de las diversas cortes: se incluyen en las ternas para pagar favores y finalmente se escogen por acuerdos y no por méritos. Y, a su vez, cada magistrado ubica a sus parientes, copartidarios, amigos y vecinos, en el entramado burocrático judicial, dándole a su organigrama la apariencia de un árbol genealógico por la telaraña de parentelas que lo conforman.
¿Y qué ha hecho el Polo Democrático con el gobierno distrital de Bogotá? Pues repartírselo entre los diversos grupos. Si Lucho Garzón tiene tanta resistencia en su partido es porque no quiso darles a los Petro, Borja, Gaviria, Dussán y Robledo la participación que estos esperaban.
Y así podríamos quedarnos hablando de cada escándalo que ha sucedido en el país en los últimos dos meses. Son cosas indeseables pero normales que se quieren magnificar para restarle poder a Uribe, o para tumbarlo como asegura Fernando Londoño Hoyos. Pero, sobre todo, para enviarles a las mayorías un mensaje extorsivo que les haga temer lo que pasaría en el caso de que Uribe sea reelegido otra vez. Son capaces de acabar con todo.
Publicado en el periódico El Mundo, el 12 de mayo de 2008
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