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El escritor R. H. Moreno-Durán vaticinó que un presidente con nombre de funeraria y elegido en un cementerio sería desastroso para el país. Y lo fue. Gaviria empezó mal: se descachó en su ataque a Casa Verde, el santuario de las Farc, el 9 de diciembre de 1990. El mismo día que el país estaba eligiendo a los integrantes de ese embeleco que él impulsó, la Constitución que dizque iba a arreglar el país, surgida ilegítimamente de una tal ‘séptima papeleta’ que fue votada apenas por dos millones de personas y cuyos miembros sólo alcanzaron 3,8 millones de votos (73 por ciento de abstención) cuando el Congreso había sido votado por más de ocho. En su seno, Pablo Escobar compró —con plata o plomo— la no extradición: a los 10 minutos de tomarse la decisión, se subió a un helicóptero rumbo a la Catedral. Sólo Gaviria cree que no fue así.

El único que no sabía que Pablo era el dueño de esas tierras de las lomas de Envigado era Gaviria. También era el único que no sabía que él mismo construyó la cárcel, y que los guardias internos eran empleados suyos, que tenía comprados los anillos de seguridad del Ejército y la Policía, que adentro se cometían crímenes y que seguía siendo el capo de tutti capi. Cuando se escapó, Gaviria persiguió a Escobar por presión de los gringos y, para aniquilarlo —y no es que lo esté llorando—, el Estado se amangualó con los peores delincuentes del país, esa fuerza de tarea llamada ‘Los Pepes’.

Gaviria tampoco puede hablar mucho de la lucha contra el paramilitarismo. Durante su administración, y en la precedente, de la que fue ministro de Gobierno, fue exterminada la UP. ¿Qué hizo para evitarlo? Vaya uno a saber. Además, fue en su gobierno que se crearon las Convivir, reglamentadas por su álter ego, Rafael Pardo, ministro de Defensa de la época. Seguramente a los dos les da vergüenza reconocerlo y les alegra que le achaquen eso al ex gobernador de Antioquia.

¿Qué hizo contra la guerrilla o contra los ‘paras’? Nada que se sepa. Su apertura económica fue desbocada, a ella se le debe la quiebra de cientos de empresas y la pérdida de miles de puestos de trabajo. También el apagón fue en su gobierno; no es culpable del verano, pero sí de la falta de soluciones. ¿Ya prendieron las barcazas? Usó el puesto como plataforma para presidir la OEA, enviando a su canciller a hacer lobby para algo que sólo lo beneficiaba a él. ¿Es eso ético, o legal?

Gaviria dice que le ha dado «trabajo entender» lo de las ‘bases gringas’. Muy gracioso, porque él se gastó medio gobierno explicando el asunto de Juanchaco y los sobrevuelos de aviones gringos en Medellín. «No se puede pasar a defender a los narcos con el manido artilugio de la soberanía… ellos son quienes no respetan fronteras, esa sí es una verdadera violación…» (EL TIEMPO, 30-07-92).

Hace días cuestionó que la violencia en Medellín ha aumentado el 80 por ciento. El pico de violencia en Medellín data de 1991, con 6.658 asesinatos. ¿Qué hizo el presidente Gaviria? Montar una ‘consejería’, al mando de María Emma Mejía, para hacer foros, seminarios, mesas barriales, empanadas bailables y un programa en Teleantioquia. El resultado: que a la bella María Emma los parceros la llamaban ‘la monita’.

En el 2008 hubo 1.066 homicidios en Medellín. En 1991 (con un índice de 381 homicidios por cada 100.000 habitantes) había un 524 por ciento más de homicidios. En el 2002 (primer año de Uribe, con 3.591 homicidios) había un 236 por ciento más. Es preocupante que frente al 2007 (con 788) haya un incremento de 35 por ciento, pero es una tasa que ronda los 40 x 100.000, no los 400 de su época. Las matemáticas no mienten.

En fin. La era Gaviria es de ingrata recordación y carece de logros que lo provean de autoridad moral para criticar al actual Gobierno. No vale la pena salir trasquilado por agenciar unas candidaturas que no superan el margen de error de las encuestas. ·

Publicado en el periódico El Tiempo, el 15 de septiembre de 2009

Posted by Saúl Hernández