Ya había anunciado Fernando Londoño Hoyos (La Patria, 11/05/2010) que Salomón Kalmanovitz, asesor económico del candidato Mockus y probable ministro de Hacienda, le había aplicado la censura a su programa radial ‘La hora de la verdad’, con el argumento de que temía caer en una trampa por parte de los periodistas. Y si bien es cierto que cualquiera está en su derecho de no conceder declaraciones a un medio de comunicación en particular, la verdad es que ya se está anunciando cómo sería el gobierno de Mockus con la prensa, pues la censura ya empezó.

Los columnistas José Manuel Acevedo y Ernesto Yamhure también han sido vetados. Y, muy seguramente, harto difícil será que el abogado Rafael Guarín pueda volver a entrevistar a Mockus en la radio, pues fue él quien le planteó la pregunta sobre una hipotética extradición a Ecuador del presidente Uribe, a lo que el lituano contestó afirmativamente, de manera clara y categórica, a pesar de lo cual hay quienes lo niegan con desespero, tratando de reparar esa salida en falso que le quitó a Mockus muchos votos y hasta la posibilidad de obtener el triunfo en la primera vuelta de ayer (esto lo escribimos el viernes).

La censura se debe a que muchísimos columnistas –no sólo dos o tres– hemos abierto las ventanas de la campaña ‘verde’ y dejado al descubierto las debilidades del candidato pues una cosa es ser un buen pedagogo y otra, muy distinta, es ser Presidente; uno bueno que haga avanzar el país, no uno que, en teoría, ‘vaya a sacar lo mejor de cada colombiano’. Mockus podrá ser o parecer muy buena persona, pero ni siquiera conoce el país (aparte de Bogotá) y tendrá el legislativo en contra suya. Tampoco el haber sido más o menos buen alcalde de Bogotá lo predispone para ser Presidente de la República, como bien lo explica Jaime Castro en una columna (El Tiempo, 06/05/2010).

No es pues culpa de los columnistas que sus desventajas queden al aire y mucho menos es campaña sucia; es el propio candidato el que ha desnudado sus flaquezas hasta el punto de que las gentes las han convertido en chistes: “Como digo una cosa, digo la otra”. “Elegir a Mockus es como contratar una empleada doméstica que no sabe lavar, no sabe planchar, no sabe cocinar…, pero es ¡muy honrada!”. “Mockus era ateo, pero ya no… / Admiraba a Chavez, pero ya no… / Iba a extraditar a Uribe, pero ya no… / Pensaba que Petro defendía la violencia, pero ya no… / Le pagaría a los médicos menos de un millón, pero ya no… / Mucha gente iba a votar por él, pero ¡ya no!”.

A pesar de sus evidentes lapsus, somos los críticos de Mockus dizque culpables de tenderle trampas y hacerle campaña sucia cuando la única campaña realmente sucia es la suya, pues está montada sobre la argucia de que todos somos deshonestos, a excepción de quienes estén con él. Lo que en mentes incautas provoca un cierto sentimiento de culpa si no se trepan a ese tsunami que supuestamente va a arrasar la corrupción. Ese es un argumento manipulador, tendencioso y chantajista, y lo peor es que, de entrada, va a dejar muchas heridas: mientras Santos hace un llamado a la unidad nacional, en caso de un triunfo suyo, Mockus, subrepticiamente, está calificando de corruptos, deshonestos e ilegales a la mitad de colombianos que no lo acompañen.

Le cabe razón a Rafael Guarín cuando les pide a los apologistas de Mockus, respeto por el candidato (El Espectador, 20/05/2010): “¡Respeten a Mockus! No es estúpido. Es un político ducho y de larga trayectoria. Contesta lo que piensa, cree y siente. Lo que explica que baje en las encuestas no es su sinceridad, como confesar que ‘admira algunos aspectos de Chávez’, sino el cálculo electoral y el consecuente cambio de posición que le imponen sus asesores, al mejor estilo de cualquier político tradicional”.

Muchas afirmaciones de Mockus hacen temer por el futuro del país, y sus giros no son menos preocupantes. Mockus no sólo reconoció el ‘lapsus linguae’, sino que trató de justificarse diciendo que estaba “mal desayunado”. ¿Será que desayuna mal todos los días? Si llega a la Presidencia, cuando su gobierno empiece a hacer agua tendrá que desayunar huevos de avestruz para aguantar las críticas con la resignación democrática del gobierno que termina. De lo contrario, la censura será tenebrosa. Pongamos las barbas en remojo.

Publicado en el periódico El Mundo, el 31 de mayo de 2010

Posted by Saúl Hernández

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