La marcha que el gobierno de Juan Manuel Santos organizó en compañía de las Farc, con objeto de promover el apoyo de los colombianos a ese supuesto proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, fue todo un fiasco. El ministro Carrillo había dicho que al proceso era necesario “meterle pueblo”, por lo que el gobierno decidió apoyar la manifestación financiada por las Farc y organizada por su nueva fachada: el movimiento Marcha Patriótica, encabezado por Piedad Córdoba e Iván Cepeda.

Pero, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, de que Gustavo Petro también se unió y decretó día cívico para que los funcionarios del Distrito participaran en la marcha y de que llegaron, al menos, 400 buses a la capital, con gentes llevadas de cabestro por el grupo terrorista, la concentración convocó poco más de 50.000 personas, aunque ciertos medios —sobre todo capitalinos— nos quieren meter el cuento de que marcharon más de un millón. La agencia de prensa AFP fue más objetiva y cifró los manifestantes en unos 150.000.

El aforo reconocido de la Plaza de Bolívar, en Bogotá, es de 30.000 personas, y las tomas aéreas mostraron que estaba ocupada, pero muy holgadamente, y que en los alrededores no había más de 20.000 personas. Un funcionario de la Alcaldía de Bogotá dijo, con no poco sonrojo, que la Plaza se había vaciado y vuelto a llenar “unas tres o cuatro veces”, lo que daría un total de 90.000 a 120.000 personas, pero el Secretario Privado de la Alcaldía de Bogotá, Jorge Rojas, no tuvo empacho en afirmar que en la marcha habían participado más del millón de personas.

Esa cifra es, por supuesto, una fantasía. La marcha, en todo el país, fue raquítica. En Medellín se habla de entre 800 y 2.000 personas; eso, a pesar de que entre el Alcalde y el Gobernador suman más de 20.000 funcionarios públicos a su cargo, y que el Grupo Empresarial Antioqueño, cuyos dirigentes se le arrodillan a Santos en pepas de durazno, tiene más de 100.000 empleados. En Cali marcharon 500 personas; en otras ciudades hubo una participación semejante.

Así que si se pretendía enarbolar el argumento de que Santos tiene un mandato popular para hacer la paz, no lo lograron. Por el contrario, quien tuvo un mandato por la paz, como él mismo lo dijo hace poco, fue el expresidente Pastrana, no tanto por el gesto publicitario que le concedieron las Farc con aquella fotografía de Víctor G. Ricardo en compañía de ‘Tirofijo’, luciendo este el reloj de la campaña pastranista, sino por el Mandato Ciudadano por la Paz, iniciativa ciudadana que fue refrendada ampliamente en las urnas el 26 de octubre de 1997.

Santos, en cambio, recibió el mandato de nueve millones de electores, de proseguir con la Seguridad Democrática. Ahora se escuda el Gobierno en el gaseoso artículo 22 de la Constitución Nacional, el cual enuncia que “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, pero del que no se puede interpretar —sin una ley que lo regule— que implique, literal e ilimitadamente, la materialización de cualquier exigencia. El juramento hipocrático les exige a los médicos salvar la vida de toda persona, pero no los faculta a sacarle el corazón a un aliviado para ponérselo a un enfermo. Luego, tampoco, en aras de la paz, se puede ceder al chantaje y dejar de aplicar justicia; prescindir de ella es desfigurar el Estado de Derecho y entregar el país.

Pero, volviendo a la marcha, fue algo grotesco. Tanto el Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, como el Comandante de la Policía Nacional, general León Riaño, aseguraron que la marcha fue financiada por las Farc. Transporte, alimentación, camisetas, banderas y demás, requieren muchísimo dinero. Encapuchados coordinando la marcha, banderas del M-19, Cuba y la Unión Soviética, fotos de Chávez y Maduro, efigies del Che Guevara…. Más claro no canta un gallo. Estamos al borde del desastre, mal conducidos por un timonel de nombre Juan Manuel Santos.

(Publicado en el periódico El Mundo, el 15 de abril de 2013)

Posted by Saúl Hernández

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