A estas alturas de los acontecimientos políticos, es evidente que todo está relacionado con el sainete de La Habana. Desde los paros y manifestaciones contra el Gobierno, hasta los pésimos resultados en las encuestas y la crisis ministerial, con la que se intentan solucionar graves problemas con meros ajustes de maquillaje.
Por su parte, el referendo —que se convocará para validar o revocar el acuerdo de paz— está relacionado con la reelección del presidente Santos y de los congresistas que apoyan la negociación. Una relación de doble vía pues los unos se quieren reelegir con base en los dudosos méritos de un acuerdo que va a generar impunidad, mientras que el referendo necesita del caudal de las maquinarias para superar el listón del 25% del censo electoral.
Igualmente, se relacionan el mal momento del Gobierno y del proceso de paz con la captura de Luis Alfredo Ramos y la solicitud de un magistrado del Tribunal Superior de Antioquia para que se investigue por paramilitarismo al expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Con Ramos, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) ha vuelto por sus fueros —o desafueros— al perseguir por parapolítica a alguien que se vislumbraba como candidato presidencial del Centro Democrático, con base en meros señalamientos de delincuentes que buscan beneficios penales. La CSJ mantiene así su tendencia a perseguir a supuestos aliados del paramilitarismo en tanto que hace ojos ciegos a acusaciones, indicios y pruebas expeditas —como los computadores de ‘Raúl Reyes’— en contra de políticos claramente vinculados con las Farc. La farcpolítica no existe para los magistrados del alto tribunal.
Y, como para que no queden dudas de que la intención era la de sacar del camino a Ramos, la Corte le profirió medida de aseguramiento a pesar de que su caso —como ocurrió en el de Andrés Felipe Arias— no cumple ninguna de las condiciones señaladas por la Corte Constitucional para dictar prisión preventiva en contra de imputados: 1) Ramos no puede influir en testigos porque estos ya declararon en contra suya, 2) Ramos no es un peligro para la sociedad y la sola sugerencia de ello es un esperpento, y 3) no hay ningún riesgo de que Luis Alfredo Ramos no asista al proceso, puesto que se presentó voluntariamente en el término de la distancia, o de que se escape para no cumplir la pena. Por cierto, esto hace prever que el proceso será largo. Querían sacar a Ramos del camino, y de la carrera política, y así lo lograrán.
En cuanto a la investigación por paramilitarismo contra el expresidente Uribe, hay que decir que ya nos extrañaba el silencio de sus malquerientes, no había que ser muy suspicaz para sospechar que algo estarían amasando. Mucho se intentó amedrentar a Uribe en su idea de ir al Senado. A menudo se repetía que al convertirse en senador iba a perder el fuero presidencial, y todas sus actuaciones —pasadas, presentes y futuras— quedarían a merced precisamente de sus antagonistas de la CSJ.
Esa teoría fue desvirtuada, a pesar de que en Colombia los jueces interpretan las leyes a su amaño, y la candidatura de Uribe empezó a abrirse paso a pesar de la grave dificultad de no tener un partido avalado para inscribir las listas y estar en la contienda. Aun así, no hay analista que niegue la alta posibilidad de que una lista encabezada por Uribe se pueda convertir en una poderosa bancada, en Senado y Cámara, que se constituiría en el mayor obstáculo para la toma del poder por parte de las Farc. Y tampoco se puede negar que un gran éxito en las elecciones para el Legislativo podría catapultar a la Presidencia al candidato de las huestes uribistas.
Huele mal, y no parece ser una casualidad, que esto ocurra justo cuando se acaba de publicar la cataclísmica encuesta de Gallup en la que el presidente Santos apenas tiene una favorabilidad del 21% mientras que Uribe lo triplica con el 63%. Una acusación por hechos que ya se han investigado hasta la saciedad y que llega justo cuando se esperaba el anuncio del lanzamiento de su candidatura al Senado. ¿Qué se proponen, acaso hacerlo desistir de su aspiración de servirle a Colombia desde el Congreso, o solo buscan mellar su imagen para disminuir la votación?
Todo tiene que ver con La Habana. Las Farc y el castro-chavismo saben que no pueden dejar cabos sueltos para tomarse el poder y que cualquier error retrasará sus planes muchos años. ¿Con qué otra cosa vendrán ahora?
(Publicado en Periódico Debate, el 7 de septiembre de 2013)
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