Una de las exigencias inaceptables que las Farc vienen haciendo para negociar en La Habana es la de debilitar a las Fuerzas Militares de Colombia. Por supuesto, el Gobierno de Santos lo ha negado con vehemencia, pero en sus declaraciones contradictorias y en las que hacen los plenipotenciarios de las Farc, se pone de manifiesto que se trata de una pretensión real de los terroristas.
En ese sentido, Juan Manuel Santos ha resuelto involucrar a las FF. MM. en la contienda electoral con una propuesta llena de populismo y demagogia como es la de eliminar el servicio militar en el caso de que se dé un acuerdo de ‘paz’ con la guerrilla; la cual es una decisión acorde con los anhelos de la subversión y de los gobiernos vecinos que pregonan el socialismo del siglo XXI, para quienes es necesario que Colombia se convierta en un país desamparado.
Por eso siempre se han mostrado contrarios a cualquier fortalecimiento militar que refuerce el ejercicio de nuestra soberanía, como cuando Venezuela se opuso a la compra de unos tanques franceses por parte de Colombia, o cuando todos los gobiernos alineados con el chavismo se opusieron a la instalación de unas bases aéreas norteamericanas. Claro, mientras tanto, todos ellos se han armado hasta los dientes y han tejido relaciones con países como China y Rusia, que han venido, con sus juguetes de guerra, a mostrarnos los dientes de manera más sutil que el fallecido Chávez, quien solía amenazarnos con “prender los Sukhoi”.
¿Necesitamos el servicio militar? De acuerdo a un informe del Ministerio de Defensa, de abril de 2014, el país cuenta con un pie de fuerza de 189.654 soldados. Pero hay cuatro categorías de soldados: por una parte están los soldados profesionales, que son los que reciben sueldo y se pensionan con 20 años de servicio sin importar la edad; y, por la otra, están el soldado ‘campesino’ (que presta un servicio de 18 meses), el ‘bachiller’ (12 meses) y el ‘regular’ (24 meses). El ‘campesino’ prácticamente desapareció en la administración Santos. El ‘regular’ es aquel que siendo mayor de edad ni se graduó de bachiller ni continuó sus estudios.
En 2012, el país tenía 77.763 soldados profesionales y 69.670 regulares. Los bachilleres no llegaban a 25.000, de donde se concluye que solo una minoría de los varones que se gradúan de secundaria (cerca del 8%) paga servicio militar. Lo que propone Santos es dejar solo soldados profesionales, o sea pasar de 190.000 soldados a unos 80.000, lo cual constituiría una reducción del 60%, y eso sin hablar de la salida de oficiales y suboficiales. ¿Si eso no es un desmantelamiento, qué es entonces?
Alguien dirá que los 110.000 soldados que saldrán podrían ser remplazados con nuevos soldados profesionales, de manera que no habría reducción alguna en el pie de fuerza. Sin embargo, esa posibilidad queda totalmente descartada si se escuchan con atención los cantos de sirena de Santos, quien viene repitiendo como lora que sin ‘guerra’ esos recursos —entiéndase, los que se gastan en las Fuerzas Militares— se podrían invertir en educación, salud, vivienda, etc. Si hoy no hay más soldados profesionales y se sigue recurriendo a conscriptos, es por su alto costo. Luego, el adelgazamiento de las Fuerzas Armadas es un hecho innegable, aun cuando los mismos exguerrilleros fueren incorporados a ellas, como recomienda Gustavo Petro.
Ahora, de que todo esto es exigencia de la guerrilla, no hay la menor duda. Basta remitirnos a todo lo que sobre el tema han pronunciado desde que se sentaron a manteles con el Gobierno. Apenas en los últimos días han hecho un par de referencias que bastan para ejemplificar el asunto: el terrorista ‘Andrés París’ expresó que las Farc exigen un “cambio en la doctrina militar”, y su par ‘Iván Márquez’ se refirió a la “desmilitarización de la vida social” como uno de los puntos de “transición hacia la Nueva Colombia”. Y ni hablar sobre la inconveniente sustracción de la Policía Nacional del Ministerio de Defensa para incorporarla a un Ministerio de Seguridad Ciudadana del que ya hay muchas dudas.
Entretanto, las Farc se siguen negando a la entrega de armas: ‘Timochenko’ acaba de afirmar que solo las entregarán a cambio del poder. Y todavía hay incautos que creen en este falso proceso de paz.
(Publicado en el periódico El Mundo, el 9 de junio de 2014)
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