Un par de cartas le envió el terrorista ‘Timochenko’ al expresidente Uribe para tentarlo a aceptar una reunión claudicante, cuya foto sería de incalculable valor para los amigos del proceso. Cartas melifluas, calculadas y perfumadas; en extremo respetuosas, viniendo de quien vienen, pero, por lo mismo, envenenadas.
“¡Avemaría, conversemos, doctor Uribe!”. ¿De qué podrían hablar Uribe y ‘Timo’? El primero no va a tener por ello carácter de negociador, ni su interlocución va a tener más validez frente al jefe de las Farc de la que ya tiene a través de los medios de comunicación y las redes sociales. El único efecto sería el de una aparente aceptación de los acuerdos por parte del jefe de la oposición —una rendición—, sin que las Farc cedan algo para acercar posiciones.
Cartas que no dejan de ser interesantes, pero cuyas palabras fueron eclipsadas por otros protagonistas de la política local y continental como el expresidente Andrés Pastrana y el secretario de la OEA, Luis Almagro.
Pastrana se suma a quienes vemos grandes semejanzas entre el colapsado país vecino y el rumbo que está tomando el nuestro. Dice: “La democracia amenazada de Colombia se mira en el espejo de la Venezuela oprimida y desbaratada. Y de ello apenas queda la satisfacción de ver a los valientes venezolanos trayendo a su país de vuelta a la sensatez mientras la alucinada dirigencia política colombiana marcha hacia el abismo del derrumbe institucional”.
Y señala algunos de los errores de la negociación de La Habana: “Se equivocan los políticos colombianos cuando embarcan de mala fe a una nación en la nave de ‘El Fin Justifica Los Medios’. Se equivocan cuando pretenden infundir la noción de que la separación de poderes y el orden constitucional no son nociones para el bien común sino instrumentos personales de sus intereses y negocios políticos. (…) cuando manipulan garantías constitucionales básicas, como el umbral electoral y los debates mínimos de reforma constitucional, para simular voluntad popular. (…) cuando, para satisfacer al cartel de drogas más grande del mundo, pretenden hacer del narcotráfico sujeto de Derecho Humanitario y elevar la manipulación política de su negocio a nivel de pétrea norma constitucional”.
Concluye Pastrana que “Mientras los venezolanos vienen de vuelta, los colombianos emprendemos un peligroso camino”: “En Colombia también se cocinan cosas contra las instituciones democráticas. Los atropellos seudoconstituyentes y anticonstitucionales; las leyes habilitantes; la revocatoria ‘de facto’ de un Congreso de enmermelada vocación suicida; la suplantación de las Cortes y los organismos de control por un Tribunal diseñado por delincuentes y enemigos de la democracia”…
Por su parte, las palabras de Almagro contra el Presidente de Venezuela son demoledoras: “traicionas el principio más sagrado que es someterte al escrutinio de tu pueblo”. “Debes devolver la riqueza de quienes han gobernado contigo porque la misma pertenece al pueblo, debes devolver justicia a tu pueblo. Debes devolver los presos políticos a sus familias”. “Debes devolverle a la Asamblea Nacional su legítimo poder, porque el mismo emana del pueblo, debes devolver al pueblo la decisión sobre su futuro. Tienes un imperativo de hacer el referéndum revocatorio. Negarle al pueblo la posibilidad de decidir, te transforma en un dictadorzuelo más”. Como si fuera poco, Pepe Mujica remató diciendo que “Maduro está más loco que una cabra”.
Acaso, ¿no son suficientes estas palabras para advertir los graves peligros que se ciernen sobre la nación colombiana? ¿Qué más se necesita para vernos reflejados en ese espejo aterrador que es Venezuela, donde el hambre generalizada se ha convertido en un terrible augurio de una sangrienta guerra? Veamos lo que será nuestro futuro y lloremos por adelantado.
(Publicado en el periódico El Mundo, el 23 de mayo de 2016)
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