La corrección política solía ser un bálsamo inocuo encaminado a limitar ofensas contra minorías étnicas o religiosas, pero en nuestro medio parece haberse convertido en una sofisticada táctica en medio de la combinación de todas las formas de lucha por parte de esa minoría que son las Farc.
Por eso, ahora resulta correcto coaccionar a los parlamentarios para elegir a determinada magistrada con la amenaza de que si no es ella, “las Farc se paran de la mesa”, lo que sugiere que el acuerdo no se ha cerrado. En cambio, es incorrecto sugerir que la susodicha es una ficha de las Farc o tan siquiera insinuar que estas impusieron su nombramiento. Y, difícilmente, sus fallos podrán ser neutrales: el matoneo al magistrado Bernal es una muestra de lo que les pasa a los ‘incorrectos’.
Ahora resulta correcto que el Ejecutivo haga el trabajo del Congreso y promulgue una veintena de leyes sibilinas, plagadas de considerandos que ocultan muchas cosas. De hecho, el Decreto Ley 903 establece que la plata de las Farc no será para reparar a sus víctimas sino para financiar sus propias actividades políticas. Un verdadero lavado de activos que Sergio Jaramillo calificó de “chambonada”. Menos mal Rafael Pardo apeló a la corrección política y dijo que la chambonada era calificarlo de chambonada, y problema solucionado.
Ahora resulta correcto también tener terroristas dando cátedra en universidades y foros públicos, y que se repruebe a los que se nieguen al aplauso. Aparecen gorilas para expulsar a quienes alcen la voz, o narcoelefantes que fustigan a aquellos que no compartan mesa con unos asesinos que aún no han cumplido su palabra. Ahora lo ‘incorrecto’ es la libre expresión y lo correcto, la mordaza; el delito de opinión viene en camino a través de otra de esas chambonadas, el Decreto Ley 895.
Ahora resulta correcto, además, que mientras a cualquier visitante del Congreso le ponen toda clase de trabas, personajes como ‘Jesús Santrich’ y ‘Andrés París’ entran como Pedro por su casa sin ser registrados, violando la disposición del presidente de la corporación que prohibió su entrada hasta que se desarmen. En contraste, un Black Hawk no puede sobrevolar, así sea a gran altura, el territorio soberano, y menos si pasa cerca de una zona veredal en la que se encuentre don ‘Timoleón Jiménez’, a quien ya sabemos cómo lo espanta el ruido de ciertos aviones. Es que es cardiaco, no cardiólogo, eso es otra cosa.
Resulta correcto, igualmente, que las Farc, “que siguen siendo un grupo guerrillero armado y al margen de la ley” (Jorge Enrique Vélez), veten a un senador, legítimamente elegido por el pueblo, para impedir que sea ponente de la ley que reglamenta la JEP. Y, como son intocables, es incorrecto que se capture a bandidos como ‘Yimmi Ríos’, mejor conocido en otros pagos como ‘Mateo’ o como Fredy Escobar Moncada, el guerrillero que representaba a Sergio Fajardo en la junta directiva de EPM, episodio poco investigado. Y más incorrecto aún pensar en extradiciones, por mucho que se irrite el Tío Sam.
Hoy, lo correcto es que un embajador (que ha sido pariente del jefe de Estado), pinte a Colombia como el país de las maravillas, y lo incorrecto es que un expresidente, fiel a la verdad, desnude unos asuntos que nos preocupan a la mayoría.
En fin, como reza el tango de Discépolo, “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor”; todo se trastocó en aras de una paz espuria. Bien dijo Juan Carlos Pinzón que “esto no puede ser un ejercicio donde 50 millones de colombianos se adaptan a 15.000 personas, son 15.000 personas las que se tienen que adaptar a 50 millones de colombianos”. Una gigantesca incorrección, viniendo de alguien de la entraña santista, pero una verdad irrefutable.
(Publicado en el periódico El Tiempo, el 13 de junio de 2017)
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