El presidente Santos le pidió hace unos días a un grupo de empresarios exhortar a los directores de los medios para moderar la información y evitar el pesimismo. Pero, como si no fuera consciente del rechazo causado, ahora se vino en contra de los columnistas, a quienes (nos) culpa de una mustia realidad que para él viene siendo solo un asunto de percepción.

Tal vez tenga razón. Es probable que el país no vaya tan mal como lo creemos el 74 por ciento de los colombianos (según Invamer) y que lo único malo sea su gobierno, por lo que todo se arreglaría cuando llegue el “ahí les dejo”. Lo malo es que él pretende atarnos por tres periodos a un legado incierto.

No, el problema no es de los medios, ni de los columnistas ni de la subjetiva percepción. El problema es que el país marcha muy mal en múltiples frentes porque este gobierno se olvidó del programa que lo llevó al poder en 2010 (la prosperidad democrática) y se dedicó a improvisar en todos los temas, con la excepción, claro está, de la entrega del país a las Farc.

Bien decía Lincoln que “se puede engañar a todo el mundo algún tiempo o a algunos todo el tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo”. Es que ¿cómo se hace para ocultar el desasosiego generalizado que se evidencia en los paros cívicos de Chocó y Buenaventura, en el paro de maestros, el paro petrolero de Barrancabermeja y en un cuasi paro judicial?

¿Qué puede decirse cuando la economía está creciendo al 1,1 por ciento, cuando el consumo cayó 0,4 por ciento en comparación con el último trimestre de 2016, cuando la informalidad laboral llega al 65 por ciento (según un estudio de la Universidad del Rosario) y cuando más de la mitad de los asalariados devengan el mínimo? No es casual que el 59 por ciento de los colombianos no deseen tener hijos o si los tienen no deseen más, según un estudio de la Universidad de La Sabana. Es que para el 94 por ciento de los encuestados, las condiciones socioeconómicas de las familias son “precarias, deficientes o insuficientes”.

Además, ¿cómo pueden tener los colombianos buena opinión de un gobierno que incumple sus promesas y pulveriza sin recato el mármol en que las firma? Al compromiso de reducir del 12 al 4 por ciento el aporte en salud de los pensionados, el Gobierno ahora se opone para evitar un hueco fiscal de, al menos, 2,3 billones de pesos. Hasta las Farc se quejan de incumplimiento.

Y, hablando de huecos, Santos podría quedar viendo un chispero con el posible recorte del 45 por ciento que Trump le daría al plan Paz Colombia. Obama prometió 450 millones de dólares, pero este año solo se recibirán 391, y para 2018 serían 251 millones. Y eso que la reunión con el gringo fue un ‘éxito’: es que “más claro no canta un gallo”.

Claro que, propiamente para respaldar la paz, solo serían 105 millones de dólares, algo así como un cuarto de billón de pesos. Se ha dicho que la ‘paz’ vale 9 billones anuales por diez años y 16 adicionales en los primeros dos, para un total de 106 billones. ¿De dónde va a sacar ese dineral un país quebrado, endeudado hasta el cogote y que está espantando la inversión?

Menos mal que la Corte Constitucional revivió la posibilidad de fumigar con glifosato (usado sin problemas en cultivos de caña, café, arroz, plátano, maíz, palma, algodón, verduras y frutales, incluyendo el delicioso aguacate Hass), pues Santos no aguanta otro ‘éxito’ con Trump, y menos si es para solicitar la repatriación de ‘Trinidad’ y rendirle cuentas de la reunión a ‘Timochenko’, algo tan insólito como indigno.

Me da mucha pena, pero el excolumnista Santos no puede culpar a la prensa de sus fracasos, menos cuando ha sido gran aliada suya. Para tantos desatinos, como arrebatarle a Antioquia a Belén de Bajirá, no ha necesitado de la ayuda de nadie. El mérito es todo suyo.

(Publicado en el periódico El Tiempo, el 30 de mayo de 2017).

Posted by Saúl Hernández

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