Ya se ha dicho hasta la saciedad que hay que entender a los familiares de los secuestrados y lo que llegan a hacer —o a intentar— con tal de recuperar a sus seres queridos, baste recordar las peripecias de doña Yolanda Pinto viuda de Gaviria en los helicópteros oficiales de Antioquia. Ahora la historia se repite con el caso Ingrid y el avión francés, un Hércules C-130, que surcó el océano Atlántico y llegó a Manaos con la misión ‘humanitaria’ de rescatar a la ex candidata presidencial.

Realmente hay que ser muy ingenuos para creer que se necesite un avión especializado en transporte de carga y tropas para recoger un secuestrado en la selva. Los franceses no permitieron que las autoridades brasileñas inspeccionaran la nave y Francia acepta que en ella llegaron miembros de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), algo así como la CIA francesa, no médicos como se ha dicho.

Está claro que las Farc no hace favores y si iban a liberar a Ingrid era a cambio de algo: dinero, armas o refugio para uno o varios de sus miembros. Si no la iban a liberar sino que se trataba de una operación de rescate no tiene sentido que la familia se oponga a las acciones del Ejército colombiano mientras le piden cooperación militar a otro gobierno para que lo haga sin permiso del nuestro, eso sí es una violación de la soberanía nacional.

Cualquiera que sea la verdad no le convenía al país. La señora Betancur no es más importante que ningún otro secuestrado y no se puede pretender que haya que arriesgar las vidas de otros colombianos con tal de rescatarla. Si los franceses se han comido el cuento de que Ingrid Betancur es la Juana de Arco colombiana, allá ellos. Aquí sabemos que ella se hizo secuestrar por razones politiqueras y que no pasa de ser una dirigente quisquillosa y carente de propuestas, estilo Piedad Córdoba, no el adalid que nos quieren hacer ver.

Posted by Saúl Hernández

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