El 21 de mayo, Petro el drogadicto concentró un puñado de gente en el paseo Bolívar de Barranquilla para inaugurar sus ‘cabildos abiertos’, esa figura con la que pretende remplazar al Congreso. Como es natural en esta administración, se trató de gentes llevadas de cabestro, movilizadas en buses, a las que les pagaron almuerzos para aguantarse la perorata de un individuo que llegó borracho con un retraso de más de cinco horas. Y hasta se utilizó un avión de la Policía Nacional para llevar un puñado de bodegueros petristas, con el fin de inundar las redes con ese sartal de sandeces que dice este cretino
Se la juega Petro, también, con su consulta popular para poder hacer una interminable campaña por la presidencia saltándose todas las normas como lo viene haciendo en materia de transmisión de alocuciones presidenciales por la televisión. Y lo más grave es que se trataría de una campaña de la que pende una amenaza permanente, empezando ahora con el anunciado paro del 28 y 29 de mayo. Porque lo que viene promoviendo Petro no es una simple protesta ciudadana sino una repetición de las terribles asonadas que instigó en 2019 y 2021 encabezadas por el aparato criminal de las primeras líneas, con lo que quieren atemorizar de nuevo a los colombianos para ganar su favor en las urnas a cambio de no intensificar el clima de terror.
Y es que hace mal Petro acostumbrándonos a un clima incendiario en sus discursos como si no se tratara del Jefe del Estado sino todavía de un guerrillero de baja estofa que debería estar en la cárcel y no en el solio de un Bolívar que tanto desprestigia con sus acciones. Su verbo no es digno de un primer mandatario y, de hecho, ni siquiera es normal. Insulta a los periodistas, insulta a los opositores, trata de esclavistas a los empresarios, alude a la fantasiosa cifra de 6.402 falsos positivos para zaherir a un expresidente y su administración, pone a su ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, a despotricar de esos sectores que dominan los grandes cacaos, como la banca, el sector cervecero y el de azúcar y refrescos. Todo son diatribas antisistema por parte de unos sujetos que, en su vida, no han pegado un adobe, no han hecho nada.
Por fin, alguien se atrevió a decirle a Petro que si sigue con sus triquiñuelas, habrá que “desconocer” su autoridad. A la carta que le dirigió César Gaviria se deberían suscribir los líderes de todas las corrientes de oposición como Efraín Cepeda, Germán Vargas Lleras, Andrés Pastrana y, por supuesto, Álvaro Uribe Vélez. Y de ahí debería surgir una candidatura de unidad para ponerle el cascabel al gato. Ya es hora de dejar de tenerle miedo a este criminal y de respetarlo a ultranza como si fuera intocable. ¿Acaso no cubre la ley a este sujeto? Que funcionen las instituciones y prevalezcan la Constitución y la ley. En un año, como lo dijo el registrador nacional, Hernán Penagos Giraldo, es la entidad que él dirige la que convoca a elecciones y no la Casa de Nariño. Y así se hará. Así se hará… ¡o lo tumbamos!
@SaulHernandezB
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