Puede parecer raro que un simpatizante de Uribe piense y diga que un fallo adverso a la reelección inmediata, proferido por la Corte Constitucional, no será catastrófico para el país. Es más, de darse esta semana una decisión en tal sentido es muy probable que el dólar suba más de lo que esperaban en el Banco de la República cuando se vieron abocados a las compras masivas de esa moneda. Ahí ya hay una ganancia. Lo que habría que mirar de fondo es si la ausencia de Uribe alejaría la inversión extranjera, reduciría la confianza en el país, afectaría los avances en seguridad y daría al traste con el lento pero firme crecimiento económico, entre otros temas.

Para empezar, no cabe duda de que Álvaro Uribe tiene cuerda y apoyo para mucho rato, de tal forma que lo veremos de presidente otra vez bien sea que se aliste un referendo, un pronunciamiento al estilo de la ‘séptima papeleta’ o del Mandato por la Paz —para lo cual no parece haber mucho tiempo—, o que se vuelva a chantar la banda presidencial en un futuro cercano. Es seguro que fujimorazo no habrá porque Uribe es psicorígido y cuadriculado, y es un hombre respetuoso de las instituciones y convencido de los conductos constitucionales y legales. Pero va a resultar por demás curioso que si la Corte le niega la reelección inmediata a Uribe, el presidente va a ser más candidato y más determinante de los comicios que si lo dejaran optar por el cargo. Esto porque Uribe tendrá que hacer gala de su destreza política para señalar con el meñique un sucesor capaz de ganar pero incapaz de gobernar sin él, teniendo en cuenta también la posible estrategia de un voto en blanco —en primera vuelta— que podría sacar del juego a su propio ‘muñeco’ (¿Vargas Lleras? ¿Juan Manuel Santos?) y de paso a otros que tienen algún chance como Serpa, Mockus o Peñalosa.

Así, los colombianos terminaríamos eligiendo presidente ya no de primera línea ni de segunda sino de tercera (¿Noemí Sanín?), pero lo importante sería el dedo indicador, el poder detrás del trono, en la sombra, o sea Álvaro Uribe Vélez. Hay quienes creen factible tenerlo en el gabinete o, cuando menos, en el cuarto de al lado. En este caso se daría continuidad a sus principales políticas, sobre todo en materia de seguridad. El propio Uribe pidió esa continuidad para Cecilia María Vélez, la ministra de Educación, por sus logros en ese campo, como anunciando lo que podría ser una manera práctica de mantener al país por la misma senda cuatro años más.

Ahora, no sé si sea la forma más ética y elegante. Dicen que la política es como los embutidos, que son deliciosos pero no hay que preguntar cómo se hacen. Lo cierto es que no son pocos los que consideran que de esa manera se podría tener a Álvaro Uribe no ocho sino doce años, eligiendo ahora un hombre de su cuerda y, en el 2010, reeligiéndolo con lujo de detalles, pues el fervor que Uribe despierta es elocuente. Y pueden estar seguros los enemigos de Uribe y los enemigos de la reelección a secas que este tema se seguirá cocinando hasta tenerlo servido en la mesa.

Por ahora, los pronósticos más serios indicarían que la negativa está tomada aún cuando hay voces que predican optimismo. La mayoría de los magistrados de la Corte representan sectores opuestos al gobierno actual. No obstante, a uno le cuesta trabajo creer que nueve magistrados que no son nombrados por voto popular vayan a violar la Constitución evaluando el fondo de la reforma, lo cual les está expresamente prohibido. Igualmente cuesta trabajo creer que se opongan a la voluntad de las inmensas mayorías apoyándose en los argumentos peregrinos del Procurador y que tengan la ligereza de lavar sus conciencias echándole la culpa al Congreso para terminar dándole la razón a Antonio Navarro Wolff: “Uribe va a poner presidente con el meñique”. De paso, tendríamos presidente-candidato sin candidatura, ahí sí muy dedicado a la campaña electoral y no a gobernar. No sería la primera vez que un ventrílocuo gobierne desde las sombras, y si no es Uribe ¿quién?

(Publicado en el periódico El Informador, el 18 de octubre de 2005)

Posted by Saúl Hernández

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