Las andanadas de Hugo Chávez contra Colombia son asunto de vieja data. En el gobierno de Pastrana, el venezolano fustigó a nuestra ‘rancia oligarquía’ y se declaró neutral con respecto al conflicto colombiano, atizando temores y desconfianzas, al tiempo que esgrimía un discurso sibilino que evocaba la memoria de Bolívar y la supuesta traición de la ‘conspiración septembrina’ de 1828, en la que habría adquirido la enfermedad que lo mandó a la tumba en Santa Marta. No hace mucho, Chávez mencionó tener pruebas de que Bolívar fue asesinado y a menudo se ha referido a Colombia y a los colombianos como los asesinos del Libertador, mientras enuncia los sueños de Bolívar sobre unidad continental, resistencia antiimperialista, etc., y se inmiscuye sin recato en asuntos internos de nuestro país. ¿Será que está buscando la Gran Colombia?
En el campo político, la presencia del chavismo y de movimientos que se autodenominan ‘bolivarianos’, es cada vez más notoria. Además, cuentan con esa gran cabeza de playa que es el Polo Democrático. Chávez ha nacionalizado entre 500 mil y un millón de colombianos -incluyendo guerrilleros del ELN y las Farc-, que pueden votar en ambos países a favor de quien su mentor les indique a cambio de beneficios. El mismo Rodrigo Granda Escobar, ‘canciller’ de las Farc, estaba inscrito para votar el referendo de Chávez, como lo denunciaron medios de comunicación. Granda fue capturado en Venezuela en diciembre de 2004, lo que provocó otra andanada iracunda de Chávez contra Bogotá. La presencia de las Farc en Venezuela, con el beneplácito de ese Gobierno, es un asunto comprobado. En cambio, Chávez ha aprovechado el tema del paramilitarismo para inventar complots contra su vida y para inculparlos de crímenes como el del fiscal Danilo Anderson (en noviembre de 2004), quien investigaba los hechos del golpe de Estado en contra suya, en el 2002.
En el tema de la seguridad, Chávez se opuso en 2004 a que el gobierno de Zapatero le vendiera a Colombia 40 tanques viejos por considerar que eran parte de una carrera armamentista, mientras España le construía fragatas de guerra que se sumaban al resto del equipo bélico que Chávez ha venido sumando a su arsenal, poniendo en peligro el balance militar de la región. Compró 50 aviones de combate rusos, tipo Sukhoi, por valor de cinco mil millones de dólares; 40 helicópteros artillados para vigilar la frontera con Colombia -como él mismo lo ha sostenido-; cien mil fusiles de combate AK-47 -con el mismo tipo de munición que usa la guerrilla colombiana-, y hasta submarinos.
En el terreno económico, Chávez ha torpedeado todas las iniciativas colombianas por considerarlas serviles al ‘imperio’. El paracaidista se retiró de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y trató de armar toldo aparte en el Mercosur, donde aún no ha sido aceptado. Tal vez por ese detalle -además del desabastecimiento interno en Venezuela- es por lo que el intercambio comercial entre ambos países se ha robustecido. Claro que el intercambio depende del genio con el que amanezca el Coronel, y no pocas veces ha despertado con una crisis de migraña. La más reciente pataleta fue hace menos de un mes cuando el gobierno de Chávez ordenó disminuir la cifra de vehículos importados desde Colombia, entre otros productos, con lo cual ya se prevén graves problemas en algunos renglones económicos, en Colombia, para el próximo año, y hay urgencia de encontrar nuevos mercados y reducir la dependencia con el país vecino, que es nuestro segundo mercado más importante.
Incluso, Chávez ha criticado de diversas maneras el TLC que Colombia intenta materializar con los Estados Unidos por razones meramente ideológicas, acusando al gobierno colombiano de ser vasallo de los gringos, pero pasando por alto las magníficas relaciones comerciales entre Venezuela y el Tío Sam, al que le proporciona el 15 por ciento de los combustibles que consume la locomotora norteamericana.
En fin, el historial es largo. Si bien todo parece indicar que la pataleta de Hugo Chávez contra el Presidente de Colombia sólo tenía por objeto soliviantar los ánimos nacionalistas anticolombianos para salvarse de su propia hecatombe ante una posible derrota en el referendo, Hugo Chávez utilizó contra Colombia y su Presidente una vía plagada de insultos y agravios que no parece tener camino de regreso y que hace pensar que no es una rabieta más sino un verdadero cambio en las relaciones entre países. Claro que no sobra confiar en la sabiduría popular y recordar que ‘perro que ladra no muerde’. ·
Publicado en el periódico El Mundo, el 10 de diciembre de 2007
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