Sin duda esta es una de esas felices ocasiones en las que el destino premia la rectitud y castiga a los malintencionados. Emmanuel, Clara y Consuelo sólo iban a ser liberados para desacreditar al presidente Uribe y “desagraviar” al compadre de las Farc, Hugo Chávez. Creen algunos ingenuos que las Farc no sólo hicieron quedar en ridículo mundial al Presidente de Venezuela sino que lo engañaron, cuando la única verdad es que las Farc no pudieron hacer la entrega de los tres rehenes porque ya ni siquiera están en capacidad de mantener bajo su resguardo a un niño de brazos. No hubo mal tiempo ni operativos militares; simplemente, las Farc están en un agotamiento total, en un debilitamiento absoluto.
El hecho de que Emmanuel no estuviera en la selva es apenas comprensible pues las condiciones de salubridad allí son incompatibles para la supervivencia de un recién nacido. Bien dice John Frank Pinchao que el niño lloraba mucho y molestaba a los demás secuestrados, que no había cómo calentarle el tetero ni manera de lavarle los pañales. En la selva, un menor es víctima irremediable de enfermedades como paludismo y leishmaniasis, así como también del clima malsano, la mala alimentación y otros factores. Algunos cínicos de los que abogan por las guerrillas llegaron a afirmar que el caso era igual al de muchas guerrilleras que estaban presas en las cárceles, con sus hijos menores, pero es evidente que no hay punto de comparación.
Hay casos que demuestran que las Farc ubican a los niños secuestrados y a los hijos de los comandantes en familias campesinas, o que aparentan serlo, pero no en la selva. Se tiene el testimonio de alias ‘la Negra’ -la guerrillera que desertó el pasado mes de diciembre con el niño secuestrado que estaba a su cargo-, o el caso, en el año 2000, de los niños Clara Pantoja, de nueve años, y Felipe Navas, de tres, quienes fueron rastreados por la Fiscalía hasta un caserío en la zona de distensión.
No era creíble –como lo manifesté en una columna anterior (El Tiempo, 10 de julio de 2007)-, la versión de un soldado secuestrado que afirma en una prueba de supervivencia que el niño Emmanuel la pasaba de maravilla jugando al caballito sobre los lomos de los guerrilleros. En el video, el soldado pone cara de incertidumbre mientras balbucea el libreto que le imponen sus captores, en el que comienza afirmando que en la selva no hay menores -pues es incompatible- pero que él había visto a Emmanuel en varias caminatas y que estaba bien, que estaba dichoso. Hoy sabemos que esa declaración es una mentira como todo lo que dicen Chávez, Piedad Córdoba y las Farc; como casi todo lo que dicen los secuestrados en sus pruebas de supervivencia; y como lo que afirman muchos ‘periodistas’ y algunos ‘medios de comunicación’ que difunden embustes y murmuraciones favorables a las Farc, para vergüenza de una profesión que debe poner la verdad por encima de la doctrina y no al servicio de esta.
El caso es que si las Farc tuvieran buenas intenciones -un supuesto que es absurdo por sí mismo- podrían haber explicado parte de la verdad: que el niño no estaba en la selva para evitarle riesgos que menoscabaran su salud, y que no les había sido posible trasladarlo aún hasta donde estaba su madre para entregarlos a la comisión, cosa que se habría entendido puesto que ya no pueden llevar ni un atado de papeles y discos compactos sin caer en manos de las autoridades. Todo porque estos bandidos, hasta hace cinco años, estaban acostumbrados a caminar a pata ancha por todo el país, mientras hoy les resulta literalmente imposible recuperar un menor en Bogotá y adentrarse con él en la selva casi mil kilómetros. La guerrilla se ha debilitado a tal grado que ahora pierde batallas hasta con el Instituto de Bienestar Familiar… Es como un gigante con pies de barro al que ya todo le sale mal -como diría Piedad Córdoba-; es el desmoronamiento de la mentira y la infamia.
Y, ahora, a pesar de que una vocera reconocida de la izquierda como Patricia Lara asegura que ‘Tirofijo’ falleció de cáncer, su fantasma está llamando a una ofensiva general precisamente cuando sus palabras llenas de mentiras no asustan a nadie. Qué bueno que las Farc salieran de sus madrigueras: se llevarán una buena sorpresa aunque amarren al caballo el cadáver de ‘Tirofijo’ cual Cid Campeador. Y no parece factible que los generales venezolanos dejen sus camionetas Hummer y sus vasos rebosantes de Old Parr para pelear una guerra ajena cuando ni siquiera le permitieron a su jefe alterar los resultados del pasado referendo. ·
¡Bendito seas, Emmanuel preclaro, y bendita sea tu libertad!
Publicado en el periódico El Mundo, el 7 de enero de 2008
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