Las Farc suelen despedir al presidente saliente y saludar al entrante con ‘salvas de artillería’; es decir, bombas, atentados, secuestros, emboscadas. Igualmente, suelen plantear propuestas de diálogo para hacer caer al Estado y la sociedad en ese marasmo del apaciguamiento. Es una estrategia que a ellos los fortalece mientras que a nosotros nos hace débiles y temerosos; las bombas portan un mensaje extorsivo: si no ‘conversamos’ –un parloteo inane como el del Caguán– habrá más terrorismo.

En lo que va corrido del mes, entre otros hechos, fue desactivado un carro bomba en Neiva, se capturaron seis ‘campesinos’ con 180 kilos de anfo, hubo dos atentados con granada en Arauca, se decomisaron cien barras de pentolita en la vía Ibagué-Armenia, hubo combates con las Farc en el Cauca, un cilindro bomba paralizó la vía Neiva-Bogotá, se frustró un acto terrorista en Villavicencio, estalló un petardo en Sandoná, fue descubierta una casa bomba en Caquetá y estalló un explosivo en Vegalarga (Huila).

Pero, a pesar de todo este acervo probatorio, atribuible a las Farc casi en su totalidad, la izquierda aduce que el carro bomba de Caracol Radio proviene de la extrema derecha y no de las Farc. Si bien el Gobierno ha dado buen ejemplo al decir que no se debe descartar ninguna hipótesis, para admitir la teoría de que esta bomba tenía el propósito de torpedear una incierta negociación con la guerrilla y sabotear el relanzamiento de relaciones diplomáticas con Venezuela, es preciso desconocer que este grupo terrorista nunca ha tenido tacto para ejecutar sus acciones y que suele negar su autoría.

La izquierda ‘democrática’ tampoco es muy consecuente. Por ejemplo, Piedad Córdoba afirma que este hecho está relacionado con las amenazas de muerte a Iván Cepeda. En septiembre del 2008, Piedad aseguró que las Farc no eran autoras del carro bomba en el Palacio de Justicia de Cali, del que culpó a la Policía: «Cuando un general no quiere que lo cambien, él mismo pone las bombas donde quiere que lo dejen». Asimismo, el 2 de febrero del 2009, en el marco de liberaciones «humanitarias», Piedad hizo una declaración insólita: «Rechazamos cualquier acto terrorista viniere de donde viniere y por eso estamos totalmente en contra de la bomba que destruyó la sede del Partido Comunista en Cali, porque esos no pueden ser actos que se conviertan en el común denominador de este país, o para callar o para asustar o para imponer el régimen del terror».

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httpv://www.youtube.com/watch?v=QqSeMNoWQ4E

¿Por qué Piedad cometió ese extraño lapsus línguae si la bomba de ese día no fue en la sede del PC, sino en los archivos de la Policía de esa ciudad? Por cierto que Piedad y sus adláteres nunca condenan la barbarie de la guerrilla, como tampoco se han pronunciado sobre el asesinato del sindicalista Germán Restrepo, uribista y defensor del TLC, que ella tanto ha entorpecido.

No es nuevo, pues, que los valedores de las Farc traten de limpiar sus actos y comprometer al Estado en la comisión de los mismos. Si la Policía retiró la vigilancia de Caracol «hace tres semanas», es porque no es posible vigilar todas las esquinas todo el tiempo. Si esa vigilancia se hubiese mantenido, habrían situado la bomba en otra parte y el efecto sería el mismo. Incluso, las pesquisas de la ‘unidad investigativa’ de Daniel Coronell dejan entrever que no hay ningún militar relacionado con el carro que fue cargado con los explosivos, como informaron las primeras versiones de prensa.

¿Un montaje? ¿Con qué fin? La clave puede estar en estas palabras de Carlos Lozano: «Me parece que el Gobierno debe reflexionar en este momento, ante un atentado de estos, para darnos la razón a quienes luchamos por la paz: que la única salida posible para erradicar estos actos es la salida política negociada». Queda claro: le quieren tirar un salvavidas a las Farc a como dé lugar, hasta con participación activa de Castro.

Publicado en el periódico El Tiempo, el 17 de agosto de 2010

Posted by Saúl Hernández

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